Al día siguiente despertó una hora más temprano de lo usual. A las siete vendrían por él. Él mismo debía abrir el portal que lo llevaría a su muerte. Pero no tenía intenciones de permitirles eso.
Tomó una mochila, el dinero que tenía en su billetera y se fue. No llevó consigo ni la llave ni el teléfono.
Con lo que tenía se dirigió en tren hasta la capital. Tenía amigos allí, sin embargo, no pensaba en visitarlos. Iba a desaparecer para siempre. Por supuesto que los iniciados intentarían contactarlo mentalmente, pero durante el tiempo que había permanecido con ellos, también había aprendido a bloquear tales intromisiones.
Qiang no era de los que subestimaban a los enemigos, pero conocía el pasado traumático de James, y la fuerte ética de trabajo de Adrian. Ninguno de ellos haría lo necesario como para dirigirlo a través del poder mental. Las entidades con las que había trabajado, no tenían permiso para operar en este mundo.
‹‹Tal vez, después de todo, soy más libre de lo que creí››, pensó, mientras caminaba por una transitada calle. La gente lo miraba como si supiera que él provenía de un pequeño pueblo. Aquello siempre era peligroso en un lugar como ese. Debía mezclarse cuanto antes.
Habiendo dejado atrás su antigua personalidad, junto con su título de profesor universitario, decidió optar por buscar trabajo de mesero. Sabía que sería fácil de encontrar, y, además, no necesitaba ninguna capacitación especial para hacerlo.
En su paso por las calles céntricas, vio muchos carteles de "Se busca mesero" pegados en las vitrinas de los cafés. Anduvo un rato hasta encontrar uno que le diera buenas vibras, y en cuanto lo vio, entró. Estaba a la vuelta de una pequeña plaza, cerca del edificio de la alcaldía. Seguramente, todos los empleados públicos iban a almorzar ahí, o pedían que les llevaran café seguido.
Ante el dueño se presentó como Shen Wang. El hombre lo miró de arriba abajo.
―¿De dónde vienes, Shen Wang? ―le preguntó.
―De Fénxī Xiàn en Linfen ―respondió Qiang, conjurando dentro de sí un estado amistoso con aire jovial. En cuestión de segundos, pudo ver ese cambio reflejado en el semblante del dueño, quien dejó de fruncir el ceño.
―Nunca en mi vida he estado en Linfen ―le dijo el dueño.
El interrogatorio sobre su experiencia laboral previa fue más bien breve. Qiang aún tenía en él aquel encanto magnético que bien había aprendido a desarrollar gracias a la magia primero, y a la diplomacia y protocolo que estudió después.
Luego de haber conseguido el empleo, se sintió un poco más seguro de sí mismo. Algo que no había sentido en años. Las batallas del pasado que él había librado, parecían haber sido siglos atrás. Su época dorada estaba acabada.
Desde que había regresado al mundo humano, jamás había vuelto a sentirse útil y valioso.
‹‹Pero he nacido aquí por algún motivo, y, por primera vez, siento que tengo que descubrir por qué››, pensó.
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Antes de la metamorfosis.
AdventureQiang fue alguna vez un chico normal, hasta que las fuerzas que existen más allá del mundo humano, tomaron interés por él, convirtiéndolo en heredero de un reino que lo necesita y rechaza. Deberá lidiar con sus poderes y con su depresión en un mundo...