Guerra, sangré y pasión ⌠TanjiSen⌡

Guerra, sangre y pasión Parte 1:

Nota Irenne:

Hey! Hola a todos! espero que estén bien, porque yo si lo estoy.

me la he pasado los ultimo tres días escribiendo esta historia, es de esas tramas que te salen del alma y no puedes dejar de escribir, me encanto escribirla y la verdad si me pase un poquito de apasionada al escribirla, sobre todo con la pequeña Kanao que no tiene nada que temerla, solo la maltrate y la hice todo una villana, espero no me odian sus fan, pero era para darle mas sustento a la historia, espero me perdonen era por el bien de la trama, estor a punto de terminarla, no me falta mucho la verdad y espero terminarla con gusto, hare la historia con capítulos largos para acabarla lo mas pronto posible, sin mas que decir me despido y espero que disfruten al leerla, bye.

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Rengoku Senjuro tropezó, cayo y se lastimo, sin darle tiempo de lamentarse un joven soldado espartano lo levanto por las ropas y lo empujo a continuar con su caminata.

Habían caminado por días, todos los ahora esclavos, estaban cansados y hambrientos, sin ningún tipo de esperanza, ni ganas de vivir al saber lo que les esperaba como esclavos.

Nadie supo porque los espartanos habían atacado su pequeño pueblo de agrícola, eran simples campesinos que vivían de la tierra, muchos sospechaban que era por eso mismo, serian buenos esclavos para sus pobres sembradíos.

Esparta nunca había sido famosa por su cosecha, habían necesitado manos delicadas y expertas para eso y toda Esparta era simplemente echo para la guerra, vivan para ella, desayunaban, comían y cenaban sangre de sus enemigos.

Cada joven alfa o niño, con capacidad para pelear era entrenado toda su vida para eso, la guerra, por eso cosas tan mundanas como sembrar o hacer crecer la cosecha no estaba en su naturaleza.

Simplemente habían dejado vivos a algunos alfas, necesitaban de su fuerza para el trabajo duro del campo y habían dejado vivos a todos los betas y omegas, seria buenos esclavos para sus esposas e hijos.

Su padre y hermano no habían sido tan afortunados, Kyojuro había peleado, su querido hermano había peleado con uñas y dientes, Senjuro un simple omega, para que no fuera arrebatado de su hogar y arrojado a una vida de esclavitud y eso lo había llevado a su muerte.

Ahora le dolían las muñecas, el nudo estaba demasiado apretado, comenzaban sangrar mientras la cuerda se encajaba en su fina piel de porcelana, pero tenía miedo de decir algo, había visto la crueldad de los soldados, golpeando a las mujeres y omegas como si no fueran nada más que cosas servibles para sus propósitos y Senjuro no quería ese destino.

Sus adoloridos pies llenos de llagas sangrantes, se lastimaban aún más por las pequeñas rocas del suelo terroso, sus trastabillantes pasos a punto de caer, pero el miedo era poderoso y lo mantenía en pie.

Los soldados gritaron y vitorearon llenos de júbilos al avistar la capital de Esparta, ahí serian vendidos al mejor postor y Senjuro dudaba que le tocara un amo benevolente, los espartanos no eran conocidos por ser suaves, eran feroces en todo lo que hacían y mucho más para la guerra, después de todo para eso vivían, eran amos del universo, nada los podía someter, ni domar, ni siquiera el amor.

No entraron en la ciudad hasta que el manto oscuro de la noche cubrió la región, eran esclavos sin derecho ni opinión, seria mal visto si llegaran a entrar a plena luz del día.

Fueron guiados hasta las afueras y cerca de un poso, Senjuro agradecía infinitamente el poco de agua, aunque helada era bienvenida.

— Aséense — ordeno el soldado.

Tímidamente todos se despojaron de sus ropas polvorientas y rotas, bañándose con el agua gélida que calaba hasta los huesos y ocasionaba escalofríos, temblando y cascabeleando sus dientes recibieron un cambio de ropa, aunque la simple bata de algodón era rustica, era más que cómoda.