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10 años después

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10 años después...
Bajo las escaleras de aquella residencia en la cual un día fue la Condesa, hoy tan solo era la viuda una oscura alma que recorría el lugar como un alma en pena que deambula por el limbo, porque no es capaz de considerarse un ser vivo, pero tampoco está muerta, ya que después de todo los muertos conocen la paz y ella no, tan solo conoce la culpa, que es como una loza que aplasta su alma día a día
– Buenos días Señor Anderson – le sonrió al mayordomo de la residencia del actual Conde de MacRury, su ex cuñado Armand.
- Mi lady – el viejo hizo una reverencia al verla y se paro derecho frente a ella - ¿desea algo?
- Como sabe dentro de un par de días llegara a la residencia el Conde MacRury y debemos tener todo preparado para recibirlo – saco una libreta donde había anotado lo que se debía preparar para la llegada de Armand
- Mi lady, no se preocupe, está todo preparado, para la llegada del Conde
Leonore levanto la vista de la libreta y miro al mayordomo podía ver en el fonde de sus pequeños ojos negros el reproche porque ella se preocupase de aquellos menesteres, ya que él aun la veía como la una dama de alta sociedad que no debía involucrarse en asuntos domésticos, pero ella jamás se sintió aquello, jamás se sintió una lady de alto rango, jamás nadie la hizo sentir especial, alguien a quien respetar o admirar, por su belleza, por su inteligencia o por cualquier pequeño detalle que la destacase de la demás damas de la noblesa, desde su nacimiento siempre fue tratada como algo inútil inservible – se dé su gran eficiencia y responsabilidad señor Anderson – sonrió – tan solo son pequeños detalles que se deben cuidar, como que los documentos que debe revisar están en su despacho, que en el mismo se encuentren las galletas y dulces preferidos de mi Lord – bajo la vista a la libreta – y claro que los ramos de flores para ir a la tumba de su hermana .. – hizo una leve mueca de desagrado, casi imperceptible para todos – y para la tumba de mi difunto esposo.
- ¡Por Dios! – se movió inquieto – ese pequeño detalle lo había olvidado – sabía que era mentira de antemano tenia todo listo, pero estaba dispuesto a aceptar aquel pequeño olvido para que aquella dama que tan dañada estaba fuese feliz.
- No se preocupe señor Anderson es algo demasiado detallado, tan solo preocúpese de que esté listo antes de la llegada del Conde
- Como usted diga mi Lady – hizo una reverencia y salió por el pasilloLeonore camino en silencio hasta la salita azul, la cual ocupada de salón de bordado, de despacho y como su refugio, ingreso y se detuvo frente al enorme espejo que adornaba el lugar y vio su reflejo, estaba pálida, ojerosa, su cabello oscuro estaba sin brillo su piel era opaca, y sus ojos sin vida, realmente se podría decir que ella padecía la misma enfermedad que padeció su cuñada Celesthe, pero no su salud era excelente jamás un resfrió o algún malestar, solo que ella tenía enferma o quizás muerta su alma – Albert tenía razón – cerro los ojos con fuerza y los volvió a abrir y se miró al espejo detenidamente, su cabello oscuro sin brillo, su piel opaca sin vida, y claro su cuerpo, una solitaria lagrima recorrió su mejilla, su difunto esposo la detestaba, detestaba que fuese de cuerpo robusto, aunque después de pasar hambre y tras las horribles palizas que le daba perdió bastante peso dejando piel suelta y un sinfín de marcas en su cuerpo en especial en su espalda, tras recibir los latigazos y la golpiza que la dejaron inconsciente por días -ese ...ese día – sollozo- esos días no pude proteger o cuidar a nadie, ni a mí misma y mucho menos a Celesthe – se cubrió con sus manos su rostro y comenzó a llorar nuevamente, la culpa la comía viva, deseaba con desespero la muerte acabar con todo, con el dolor, la culpa, la soledad, el desamor, la pena, la lástima que veía en los empleados de la residencia, no se sentía más que una simple empleada y muchos lo pensaban pero la respetaban por órdenes de su cuñado - ¿Por qué sigo viva? Celesthe ven por mí.- No digas sandeces Leonore, mi hermana deseaba que fueses feliz y que vivieses tu vida.Se volteo y vio a su cuñado en la puerta del salón cerró la puerta tras de sí y camino hacia ella con calma, pero su mirada era penetrante
– mi hermana no te llevara a su lado, tu debes vivir y ser feliz, así ella me lo pidió, me hizo prometérselo.
- Se puede ser feliz cuando dentro de mío no hay nada para serlo – desvió la pesada mirada de Armand La tomo por los hombros y soltó un suspiro al percibir que se ponía tensa han pasado años desde la muerte de aquel que fue su hermano y aun ve secuelas en ella, el temor desmedido a los hombres, el jamás le pondría una mano encima a ella o a cualquier mujer, ese era la peor bajeza que puede cometer un hombre, te vuelve un animal y el aprendió a controlar todas sus emociones jamás demuestra ninguna emoción ni a amigos o enemigos – puedes ser feliz y lo sabes, puedes quizás ¿volver a contraer matrimonio?
-¡NO! – se alejó de el de un solo movimiento y se abrazó a sí misma, esa sola idea la descomponía incluso sentía unos fieros deseos de vomitar de solo pensar que podía volver a vivir aquel infierno, el matrimonio era un infierno en el cual las mujeres debían vivir por siempre, algunas afortunadas muy pocas no pasaban esa penuria, algunas tan solo eran ignoradas por sus esposos tras darle al heredero y un grupo selecto privilegiado por los ángeles eran amadas y respetadas por sus esposas, tan pocas que llegaba a ser un cuento de hadas aquello, algo irreal de que se hablaba pero jamás se veía – No me quiero volver a casar – bajo la mirada y se comenzó a apretar las manos – si...si yo te... si yo te molesto, me puedo ir a un convento o quizás al campo – desvió la mirada de su cuñado.
- Aun eres joven Leonore, pero comprendo perfectamente por qué no deseas volver a contraer matrimonio – dio un paso atrás y se alejó brevemente de ella – mi hermano fue tu peor enemigo y te hizo vivir un infierno, no te preocupes jamás te obligare a casarte, tu eres parte de mi familia y te cuidare como tal, tan solo lo decía, porque pensé que podrías aceptar la idea – la miro detenidamente – pero veo que me equivoque
- No digas eso ... el ya no está entre nosotros... deja que su alma descanse en paz
- En el infierno estar ardiendo por la eternidad – gruño y la miro con seriedad
- Ya nada se puede cambiar ni lo que viví, no mi destino solitario.Armand apretó los puños y trato de controlar su ira, sabía muy bien que a su ex cuñada le daban mucho miedo los gritos y las tormentas, parecía un pequeño cervatillo asustado que necesitaba ser cuidado, él trato de brindarle la mayor protección al igual que a su querida hermana, pero en algunas ocasiones tenia periodos de ausencia por sus negocios y es ahí donde el miserable de Albert desataba su maldad donde mostraba su verdadero ser, lleno de odio, de deshonor y perversión – de una u otra forma debo remediar el daño que te causamos
- No, es vuestra culpa – cerro los ojos, tratando de quitar de su mente aquellas horribles imágenes que siempre la perseguían y atormentaban – no quieras espiar culpas que no existen, jamás te he visto a tu familia como la causante de mis penurias
- Leonore sabes a la perfección que te casaste engañada, que solo fuiste vista como la forma de obtener dinero y asi salir de nuestros problemas económicos, mis padres fueron unos mercenarios que no te protegieron y te dejaron en manos de mi hermano. Mereces que salde aquella deuda contigo – inspiro fuerte y observo a su cuñada con calma, no era fea, era triste, pero como esperar algo distinto sino ha conocido la alegría...si ellos se casaran el quizás podría aliviar la culpa que sentía.
- Por favor no me ofrezcas caridad – toco el antebrazo de Armand- si deseas que me retire al campo lo hare quizás aun convento, ya que quizás deseas formar una familia
- Pensé que éramos amigos Leonore y que me conocías, yo jamás ofrezco caridad, tan solo te quiero recompensar por todo tu dolor – levanto la mano al ver que ella abría la boca- jamás ofrezco nada por caridad y claramente no permitiré que te retires al campo
- Eres muy autoritario – trato de sonreír – te lo han mencionado
Armand la observo en silencio – sonrió de forma sínica- una o dos personas y otras simplemente me dicen que soy un monstruo - Tu no eres un monstruo, siempre has sido gentil, caballeroso y nos cuidaste- No lo suficiente – respiro profundamente y miro a su cuñada él si se consideraba un monstruo tan solo que aprendió a dominarlo y sacarlo cuando y con quien fuese necesario, pero dentro de él vivía aquella bestia que todo ser humano lleva, él no dejo que su monstruo interno controlase su vida, sino que el controlo al monstruo y se volvió uno con el – Leonore ... no descartes mis palabras, yo puedo ayudarte a ser feliz – levanto la mano y trato de acariciar su cabello, pero dejo caer su mano no desea asustarla.
No deseaba responder, porque sabía que jamás lo molestaría ella había aceptado vivir así le era cómodo, ya no creía en la felicidad, un día soñó añoro a un caballero que la salvase del dolor, del infierno que padecía, pero tan solo ayudo a avivar las llamas del infierno y su dolor, - tu llegada fue antes de los previsto llegarías – se dio la vuelta rogado que su cuñado dejase aquel tema por la paz, la felicidad no fue hecha para ella, tan solo quería vivir apartada del mundo, porque sabía que aun hablaban de ella aun la condenaban y mucha de ese repudio desmedido se lo debía a aquel hombre que admiro y respeto y que ahora temía, le temía mucho y no por el odio que siempre le demostraba, porque se acostumbró a vivir a respirar el odio de todos, ya era parte de si misma, sino por las secretos que ella escondía y que no quería que saliesen jamás a la luz y terminasen lastimándolo mucho.
Armand observo a Leonore, vio como su expresión se volvió temerosa y taciturna, la dejaría tranquila por un tiempo, pero volvería a insistir, realmente quería reparar el daño que su familia le produjo a ese ser inocente.

Hola chicas estoy tratando de acomodar mis horarios y publicar dos veces en semana, pero cada domingo subire un capitulo nuevo e ir avanzando en esta historia... Espero sus comentarios no olviden dejar su estrellita, me ayuda y alegra mucho, ya que veo que les está gustando.

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El Infierno de un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora