En la tormenta

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Si tan solo pudiese matarte... matarte con un solo beso, lo haría – replicó dulcemente ante su impaciencia por mi manera de ser
- ¿Que te detiene? – pregunté desafiante, sabiendo que a esa tipa no le gustaba que la retáran
- Joder... - respondió - girando su cabeza para no dejarme verla sonreir de esa forma en que solo yo lo hacía
Mantuvimos el silencio durante el recorrido, las luces de las lámparas de la calle titilaban tres o cuatro veces hasta encenderse completamente, el cielo estaba despejado y libre de toda esa mierda que lo contaminaba ususalmente, las estrellas estaban tan presentes que sentías que te observaban, luego, estaba ella... a su propio paso descarado, el negro tenía el lujo de vestirla hoy con una de sus faldas favoritas, sus labios estaban rojos como si esperasen una invitación a invadir propiedad privada, usaba una de sus camisetas favoritas mientras había decidido usar hoy un moño violeta. Admiré un poco más con detenimiento mientras me quedaba detrás de su paso, ella lo notó y se detuvo para voltear a verme.
- ¿te sucede algo? – pregunta inadvertida de que ya había perturbado mi paz mental
- Manhattan se ve preciosa hoy... – respondi sin mucho esfuerzo
- No estamos en manhattan idiota – respondió con frialdad, aunque manteniendo un tono cálido
- Juraría que me siento entre sus luces – repliqué dejándola confundida
- Tú nunca tienes ni la menor idea de donde estás parado – responde para luego reírse suavemente – es un milagro que si quiera estés aquí
Ella continuó hablando sobre mi descuidada forma de ser mientras yo mantenía mi vista fija, ver sus labios moverse parecía no llamar mi atención al sonido pues solo estaba ese silencio como de costumbre, caminé un poco hasta estar muy cerca a lo que ella me dió una de esas miradas de siempre para continuar su parlotéo, esta vez acercó una de sus manos a mi cuello y comenzó a arreglar la corbata mal hecha que llevaba, alcance a entender que alegaba por mi incapacidad de hacer un simple nudo - ya estás algo grande ¿no crees? – preguntó sin esperar una respuesta a lo que pasé el dorso de mi mano en su mejilla, esto último la puso nerviosa ya que dejo de mover los labios y se limitó a observarme con detenimiento - ¿Qué haces? – le escuché preguntar, sin embargo, no tenía planes de ser detenido y le planté un beso en los labios que ya lo tenían sentenciado desde el comienzo - guerra avisada no mata a soldado – pensaba dentro de mi mientras convertia un simple roce de labios en un largo de beso, ella no puso resistencia y se agarro de mi cuello para corresponder completamente a mi invasión, apegamos nuestros cuerpos hasta encontrarnos cerca el uno del otro, encontró la forma de encajar su figura con la mía metiendo una de sus piernas entre las mías, se inclino dulcemente su hombro para lograr morder mi labio inferior. Las luces ya habían iluminado el resto del camino oscuro, se dejaron oír algunos de los autos que pasaban con poca frecuencia que fueron descartados por el sonido de sus latidos aumentando, el ruido que hacía provocaba que retumbara en mi diafragma, ¿o eso eran mariposas? – pensé mientras ella detuvo el beso para poder respirar, me observó y soltó una sonrisa de oreja a oreja con sus mejillas al rojo vivo – no tienes remedio – dijo entre sus intentos de recuperar el aliento. Un fuerte estruendo interrumpió nuestras miradas arriba se veían destellos de una nube enorme y cargada que soltó varias gotas con rapidez, ambos nos metimos bajo el techo de uno de los paraderos cercanos, por su parte la lluvia comenzó a caer a toneladas mientras el sonido de varios truenos retumbaba el cielo, observe la figura de Kathe una vez más notando que sus ojos brillaban al ver tal espectáculo...  - ¿Por qué te sorprende cariño? – pregunté nuevamente dentro de mí – si tú misma eres una tormenta – al terminar de decir esto Kathe giro su vista para sonreírme de nuevo, sentía que de alguna manera ella había leído mi mente o quizás había pensado lo mismo sobre mi. Sin pensarlo ni esperarlo una sonrisa se marcó en mi rostro, una de esas extrañas y es cazas, una de esas...  que quedaban grabadas en el corazón de quien amas.


- Hoy sonrió como nunca lo había visto, sus ojos tenían un brillo que erizo cada vello, su expresión que suelen de ser dura se suavizó ante mí... ¿acaso también quedó maravillado con la tormenta como yo? – eso fue lo que pensaba, pero una parte de mi, la más egoísta, esperaba que yo fuese esa tormenta.

A través de tus ojos en al tormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora