—Se considera que en el año 1360, siglo XXIV, fue la primera vez que se vió a un perro relacionarse con un humano.
Tiré el celular sobre mi estómago mientras reprimía un grito eufórico. Esto era una verdadera mierda, buscar información en internet fue en vano. Podría considerarse la primera vez que me falla en la vida y está vez si era una crisis real.
Ayer en la tarde con Nik habíamos intercambio números y quedamos en vernos hoy en la tarde. Se supone que él ya tendría el libro, no quiso decirme cuanto valía y supuse que no era un valor... monetario.
Crucé el umbral de la puerta apurada, casi ni tiempo de pensar me daba. Me resbalé cuando llegue a la cocina y una mano me sujetó del brazo.
—¿No qué llegas tarde?
La voz inconfundible de mi madre me dió una cachetada. Levanté la cabeza y la encontré mirándome con reproche. Un centenar de cosas se me vinieron a la mente, las tenía en la punta de la lengua. Las acciones ocurridas la noche anterior se me vinieron a la mente y quise gritarle todas.
¡Mamá, el perro habla! ¡Me dijo que yo no lo amaba lo suficiente! ¡Me dió un susto! ¡Estoy loca! ¡Imaginó que el perro habla! ¡Es una maldita locura!
Se me atascó la lengua mientras ella me arrastraba a la cocina y me obligaba a comer algo, lo que sea, antes de irme. La miré consternada, ansiosa, temerosa y con ganas de esconderme bajo la mesa. Simplemente no me salían las palabras, era como uno de esos sueños en los que no puedo hacer lo que quiero, y me quedó así, estática en mi lugar.
Mamá me alcanzó una tostada y frunció el ceño.
—¿Te sientes mal?
Me esforcé mucho en contestarle, pero no funcionó.
—No...es que...
—Siempre te puedes quedar, cielo, ya sabes que ese trabajo es innecesario.
Sacudí la cabeza, me valía tres madres ahora el trabajo.
—Vale... pero...
Mamá volvió a hablar e insistía en que me quedé. La calidez de su voz me obligó a esconder la mía. De pronto, me dí cuenta que si estaba en casa era porque hoy no tenis trabajo y eso no solía pasar a menudo. La miré allí, haciendo algo tan simple como el desayuno y tuve una sensación de nostalgia en el pecho. No podía ser tan idiota de arruinar su mañana, al menos, debía dejarla pasar tranquila un día.
Me rendí en la idea de que hoy no se lo diría.
Cuando fui a comer otra tostada, algo golpeó mi pie. Más bien, alguien golpeó. Bajé la mirada y me encontré con unos iris marrones que me miraban devuelta. El silencio nos envolvía y la idea de hablar con mamá de volvía más fuerte.
—Llévame afuera —me pidió, como si nada.
Volví a mirar a mamá, quién terminaba de limpiar muy tranquilamente y luego volví a mirar a Joy.
—¿Es que acaso ella lo sabe? —susurré.
Lo ví rodar los ojos, lo juro.
—No.
Apreté mis manos, tratando de reunir calor. Al final, me levanté con pesar y tomé la correa que colgaba del perchero.
—No voy al trabajo pero llevaré a Joy a dar una vuelta, está estresado —mentí, escondiendo mi cara para que mi madre no se diera cuenta.
—Tú estás estresada —dijo él.
—¿Cómo puedes saberlo? —mamá se giró secando el plato que tenía en las manos,—ustedes dos son como hermanos. No vuelvan tarde.
ESTÁS LEYENDO
La Última Y Primera Vez.
Random¿Lo has escuchado?¿Le has visto mover los labios al hablar? ¿Te has dado cuenta de que puede entendernos? Sé que es real, y él también lo sabe. *********** Cuando Rose escucha a Joy, su perro, hablar por primera vez, se espanta del susto. Sin embarg...