Episodio 3

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Me causo un poco de desasosiego la situación, pero extrañamente me excitaba, no se si Fernanda se dio cuenta, pero mis bragas se estaban humedeciendo, escuchando su confesión, pero lo que vino después me dejo literalmente sin palabras y cambió mi modo de ver a Fernanda.

- Cómo él seguía excitado y en erección, le quité la parte superior de su pijama y quedamos los dos completamente desnudo. Luego lo hice recostarse y tomé su erección con mi mano derecha y acaricié su pene duro y caliente, delicadamente aterciopelado no encuentro palabras para describirte lo maravilloso que se sentía su pene en mi mano me pareció de una dulzura única que él se quedara cómodamente recostado y me dejara hacerle eso. Pero al pobre probablemente jamás nadie lo había tocado se corrió con suaves quejidos pegándose hacia adelante inmediatamente yo también me corrí mordiéndome los labios para no gritar y asustarlo -

- ¡Dios mío, te corriste junto a tú hijo! -

- ¡Sí, jamás lo negaría y fue sensacional!, ¡Sé que puedes pensar que está mal, horrendo, pervertido y pecaminoso, pero prefiero que lo haga conmigo y no con una desconocida arriesgando de contraer quizás que cosa, ¿o, a ti te gustaría que tú Cachorro lo hiciese con una puta callejera o una chica promiscua que podría tener solo Dios sabe qué? -

- No lo sé, pero por supuesto que una tiene que proteger a su hijo! -

- ¡Los chicos a esa edad enloquecen con las hormonas y lo harán de todos modos! ¡Si todo va bien terminan dejando embarazada a otra pergenia con hormonas enloquecidas o con una enfermedad de transmisión sexual! -

- ¿Y...y...qué...qué hiciste después? -

Me resultaba hasta difícil para hablar, me la imaginaba a ella y a su hijo teniendo un orgasmo espontáneo y esto más me excitaba.

- Pues lo que hace toda buena madre, me fui al baño, humedecí una toallita con agua tibia y volví a la habitación de él para limpiarlo, le dejé su pene limpiecito y con aroma a jabón, no me pareció nada del otro mundo, cuando más pequeño había limpiado sus vómitos, sus cacas, su orina y todos sus fluidos corporales, ¿Por qué no esto? ¡Soy su madre! -

- ¡Pero Fernanda! ¡Te confieso que me has sorprendido y no sé que pensar! -

- Y después que terminamos, le dije que en cualquier momento tuviera necesidad y deseos de hacerlo, podía venir a pedírmelo y yo estaría más que feliz de poder ayudarlo -

- ¡Uy!, ¡Por Dios, Fernanda!, ¿Y alguna vez volvió, te pidió, que...lo ayudaras? -

- ¡Oh! ¡Pero por supuesto, todo el tiempo! -

Lo dijo en un modo tan normal que le creí, expresándose sueltamente y admitiendo que no era una gran cosa, es lo más natural y que nos sucede a todos los seres humanos.

- No solo volvió en busca de "Ayuda". sino que tomó tanta confianza conmigo que incluso me pedía consejos de como hacerlo con las chicas. me contaba sobre sus experiencias y me decía con quien había estado la última vez. También me agradeció por ser una madre tan comprensiva y cariñosa me dijo que le había cambiado su vida que otros chicos tiene terror a sus padres y no pueden conversar nada con ellos -

- ¿Y que te ha sucedido con Javier él también viene a pedirte tú "Ayuda"? -

- ¡No!, Pienso que él se enteró por su hermano -

- ¿Cómo?, ¿Manuel llevó a su hermano pequeño para que le ayudaras? -

- ¡No! Fue diferente fue tan tierno con su carita de niño bueno vino con una tímida sonrisa en sus labios y esa vocecita de niño y me dijo que él quería ser como su hermano Manuel, qué quería las mismas cosas su carita estaba roja como un tomate y casi tartamudeaba -

- ¿Y tú qué hiciste?, ¿Qué le contestaste? -

Mi vagina se había convertido en una cascada de tantos fluidos que salían, traté de ocultar la mancha que se estaba formando en mi pantalón, pero Fernanda me miró y continuó contándome.

- Le pregunté si él sabía lo que me estaba pidiendo. Me dijo que no, pero solo movió su cabeza, ya no le salían más palabras le sonreí besé su mejilla, le tomé la mano y lo llevé a su cama luego le bajé sus shorts y comencé a acariciar su masculinidad -

- ¡Pero Fernanda!, ¡También con tu hijo chico! -

- Isabel son mis niños me pertenecen y estoy feliz de que se sientan cómodos viniendo a mi por algo tan hermoso y privado -

- ¿Y paso algo más con ellos? -

No me respondió con palabras, solo se acercó a mi mientras asentía con su cabeza, me besó suavemente en los labios y luego susurro a mi oído.

- ¡Tu mancha, querida ahora se comienza a notar mucho más! -

• La Sumisa de mi hijo • | TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora