El espejo del tiempo

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Mi reflejo no ha cambiado.
Lo que importa ahora, mañana no.
Lo que huele ahora, más tarde
se evapora y ya nada está.
Los ecos del pasado de los que hablaban como yo
me llegan lejanos.
Creí en aquel momento que su lengua era distinta diferente y abstracta,
pero en realidad, yo no les prestaba atención.
Entonces, lo efímero no existía
todo era para siempre y siempre estaba todo.
Sin embargo, ellos tenían razón.
Nada dura y todo se pudre.
La carne se pudre.
El alma se pudre.
Y ¿qué ha cambiado?
¿Por qué lo que antes era cierto ahora parece mentira? ¿Quien nos engaña?
¿Quiénes son los que saben y predican
un entender ilusorio?
Depende de lo que tú prefieras creer.
A veces, esforzarse por ver lo que no existe, lo crea.
Las ilusiones de los tontos embaucan a los listos
y lo que importa, deja de ser previsible.
Quizás nos volvemos locos
o es que siempre lo estuvimos.
Los sueños de ayer son pesadillas del presente
porque el deseo de lo que nunca se tuvo
entorpece la libertad.
Quién existe y cómo es.
Quién se muere y cómo fue.
Me gustaría entender lo que se dice en silencio
pero lo cierto, es que sin palabras
el mundo se complica
y lo que ocurre se disfraza.
Háblame.
Muéstrame lo que ves.
Sé que a veces no te hago caso,
es por orgullo.
El complejo es un mal endémico que nos asedia a todos.
Vivan aquellos que consiguen derrotarlo
porque lo difícil de existir
es mantener la dignidad de una egolatría controlada. Esa soy yo en el ahora.
Un insignificante punto en el espacio
en lucha permanente con lo qué soy.
Lo peor del puto espejo
es cuando el reflejo
no se corresponde con la perspectiva vista desde fuera.
Ya lo sé.
Mi tiempo y yo dejamos de existir
si las arrugas no se marcan.
Lo entiendo, pero francamente, no lo comparto.

Ivanna Bru

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