O11

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Esto se había vuelto una costumbre desde que había obtenido el nombre; era el buenos días que le enviaba a su alma gemela. Segundos después, una brillante sonrisa iluminó el rostro de Sana al recordar lo que había sucedido el día anterior en la cafetería...

—Flashback de la tarde anterior

Oye Sa- Sally..

—¿Si?

—¿Te gustaría salir conmigo una tarde de estas?

—Oh... puede ser..

—¿Puede ser?

—Es decir... no sé muy bien... no sé cuándo

—....okay. Qué te parece este jueves por la tarde?

—Perfecto.

Finaliza flashback

Sana sonrío aún más -si es que eso era posible- y volvió a cerrar sus ojos, recordando cada detalle de aquel encuentro.

Recordaba a la perfección cómo veia Sally, con sus manos ocultas por un par de guantes de hule amarillos, puesto que Sally estaba haciendo la limpieza en ese momento.

Recordaba su alocado cabello luciendo brillante y hermoso. Recordaba su aroma dulce y con un pequeño toque de café. Recordaba su rosado sonrojo en su cuello y mejillas al haber balbuceado antes de sugerir la fecha para verse.

Y Sana también recordaba cómo estuvo ella misma a punto de sugerir el jueves, pero al instante se dio cuenta de que eso la haría ver como una acosadora que ya se había memorizado el horario de la chica (lo cual no era cierto... por supuesto y claro que no... jamás...).

Resulta que algunas muy, muuuy pocas veces, Sana logra seguir por lo menos una pequeña parte de sus planes, o afinar el filtro de su boca y guardar pensamientos que no deben salir de sus labios. Con un último suspiro y un último estirón de su cuerpo, se levantó para alistarse y partir rumbo al instituto.

Sana había decidido ese día no ir a la cafetería, para darle un respiro a Sally de tener que verla y así evitar que se cansara de verla todos los días.

Una vez aseada y vestida, bajó de su habitación a la cocina y se encontró con su padre preparando el desayuno. Su madre probablemente ya había partido para el trabajo.

—Buenos días princesa —Lo saludó su padre con una sonrisa y le sirvió una taza de café.

—Buenos días papá —Respondió y se sentó en el lugar donde su padre había puesto la taza de humeante café.

—¿Cómo va la escuela? —Preguntó su padre, dándole a Sana un plato con huevos revueltos.

—Bien, bien... —Respondió vagamente mientras movía con su tenedor su comida— Oye papá, ¿puedo hacerte una pregunta?

—Claro que si —Su padre le respondió con una expresión de confusión en su rostro, para luego servirse una taza de café para sí mismo y tomar asiento frente a ella.

—¿Qué sentiste... cuando viste por primera vez a mamá? —La rubia preguntó y sus ojos se dirigieron automáticamente a la mano derecha de su padre, en la que podía ver el gastado pero presente nombre de su madre.

—¿Por qué preguntas, hija? —Preguntó su padre y en su boca se asomó una sonrisa. Luego señaló la mano enguantada de Sana—. ¿La encontraste?

—No... bueno, no lo sé —Respondió sonrojada.

—Bueno, cuando vi a tu madre fue el mejor día de mi vida —Dijo su padre y Sana pudo ver en sus ojos el amor que sentía su padre al recordar el día— Estaba en la biblioteca buscando unos libros que necesitaba para un trabajo del instituto y tenía tres semanas de haber obtenido la marca. Estaba en frente a uno de los estantes buscando uno de los libros y alguien tomó el libro que justo estaba frente a mis ojos. Por el espacio vacio pude ver los ojos claros más hermosos que había visto en mi vida. Por supuesto quien tomó el libro fue tu madre y aquellos ojos eran los suyos. Recuerdo que al conectar nuestras miradas, senti como un escalofrío me recorría todo el cuerpo y mis manos empezaron a sudar. Sentí como el mundo desaparecía a nuestro alrededory lo único que existía eran aquellos ojos conectados a los míos. Y senti como un alivio... en mi pecho. Sentí como que al fin había encontrado una pieza que no me había percatado que necesitaba. No sé cuánto tiempo estuvimos ahí de pie, solo mirándonos, pero en algún momento logré recuperar el control de mi cuerpo y caminé rodeando el estante hasta que llegué a su lado. Y recuerdo que una sonrisa brilló en sus labios y mis ojos se llenaron de lágrimas. No necesitamos siquiera decir nuestros nombres; lo supimos con tan solo vernos.

𝐀𝐋𝐌𝐀𝐒 𝐆𝐄𝐌𝐄𝐋𝐀𝐒  |「𝐒𝐀𝐓𝐙𝐔」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora