Capítulo Cinco

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¿Quién es capaz de detener a una paloma en vuelo?

'OcUltArLo HaStA pOr DeBaJo dE La PiEl'

"Muchas de las veces nos terminamos culpando de algo que pudimos haber hecho, o no haber hecho, pero es ahí donde te das cuenta que eso no estaba en nuestras manos"

De la autora: 'Mi culpa fue el haber intentado ayudarte y haber tocado temas que para ti son sensibles. No se podrá borrar el daño, pero solo quiero que sepas que lo intente, y siempre te llevare en el corazón, por ti, el honor al apellido Harismedy'

¿Para esto me culpo?

>>Luciana<<

Derretirse ante alguien que te gusta es lo más común y pensado, pero en mi caso, yo no me derrito por él.

"¿Por qué quieres que te salven?"

Empezaba un pequeño dolor en la parte trasera de mi cabeza, lo que hizo que regresara a mi espacio y tiempo. Sin darme cuenta el olor fresco que emanaba de alguna loción inundo mis fosas nasales, drogándome de algún modo.

Al girara puedo notar la figura masculina a mi lado, apreciándolo descaradamente, cada parte visible ante mis ojos.

Oh, fue lo que dijo mi voz mental al darme cuenta de su rostro, blanco como la nieve y las nubes del cielo, al igual que sus pestañas, cejas y gran parte de todo lo demás.

Los lunares en sus mejillas adornaban detalladamente estas, sus labios rojizos iluminaban su rostro, y esos ojos grises claros, obscurecían a pesar de haber tanta luz.

-Disimula por lo menos.

Habla, la voz de aquella noche, transportándome a aquel momento de mi vida, que se supone que deberían ya no existir.

Batalla interna, misiles atacando por un lado, estrategias por otro, todo porque no sabía que hacer al respecto.

-No lo voy a hacer si no quiero.

La elevación de su ceja me agrada, siempre me ha gustado ese gesto en las personas.

- ¿De qué te ríes loca?

-De ti, ¿Por qué estas tu aquí?

Hago un ademan para sentarme y apreciar mejor la vista. Durante todo este tiempo, minutos tal vez, el mantuvo su única postura, seria y sin ningún sentimiento que transmitir.

¡LOCA! Yo, pero a este que le pasaba por la cabeza.

-No me digas loca, albino

Lo rete con una mirada, pero sin embargo su postura no cambiaba para nada, ni un solo movimiento o gesto de su parte.

-Me da igual, yo te diré como se me dé la gana, y dos, tienes prohibido dirigirme la palabra en todo el camino.

Iba e contradecirle cuando sus palabras fueron procesadas en mi cabeza.

- ¿Cómo que en el camino?

Vuelvo a reír mentalmente, al ver el gesto de desespero de él.

-Tú y yo nos vamos, ya te dieron el alta.

- ¡Okey! -digo sin más, y aportando el semblante de superioridad que tiene el albino.

{ . . . }

- ¿Nos vamos ir caminando en serio!
Se gira a mí de golpe, llevándome como por cuatro cabezas y eso que estoy a una estatura promedio.

- ¡SI!-grita de golpe, pero peleo por mantener mi postura delante de él.

Doy un paso atrás cuando se acerca amenazadoramente hacia mí. Mi pie se dobla y caigo contra el frio y duro pavimento.

𝐸𝑙 𝐴𝑠𝑒𝑠𝑖𝑛𝑜 𝐷𝑒𝑙 𝑇𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora