XXI

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Zeus:

Me desperté y no vi a Hera. Imagino que estará desayunando con Ares. Me di una ducha y me puse una ropa formal.

Intenté luchar con mi cabello. Estaba largo y era un poco difícil manejarlo. Ya me lo cortaría.

- Buenos días amor, - Dijo Hera dándome un beso a la mejilla a lo que Ares puso una mueca de asco.

-Buenos días preciosa,- dije mientras la atraía hacia mi y le besaba la coronilla.

Le sonreí pícaramente a mi esposa y ella se sonrojó furiosamente.

Nos sentamos a comer y Ares no quería comerse su comida.

- ¿Que tiene ahora?, - Pregunté enfadado

- No le gusta la ensalada

- Pues dale lo que quiere, - Dije mirando a Hera con confusión

- No, el debe aprender que no siempre se obtiene lo que se quiere, - Replicó Hera con enfado.

Es cierto, si lo pienso bien, es así. Si los dioses y humanos fueran enseñados así no serían tan desagradecidos. Seríamos más humanos con los demás.

Entre regaños, lloriqueos y mucho trabajo, Ares se comió la ensalada.

Cuando terminamos de comer todos me levante de la mesa y ayude a mi esposa a recogerla.

- Amor, debo irme ya. Me reuniré con Apolo y voy tarde.

- Cuídate mucho cariño, - Dijo y me beso en la mejilla.

Con un chasqueo de dedos aparecí en mi oficina.

Después de esperar 20 minutos mi hijo apareció a su lado venía Amelia muy agitada.

-Señor, aquí está a quien esperaba

Llevaba su pelo rubio perfectamente peinado y vestía con ropa formal, sus ojos mieles que brillaban como el mismo sol.

-Buenos días, padre, -Dijo Apolo sonriéndole a la Ninfa con sequedad y haciéndole un gesto para que se marchara.

Amelia se marchó aún más ruborizada de la oficina.

- A su orden señor, - Susurró ella y se marchó.

- ¿Que deseas Zeus?,- Pregunto Apolo molesto.

El sabía ya más o menos que sucedía. Claaaroo, se hacía el loco. El conocía mi inquietud. Atenea, mi pequeña, mi bebé, estaba siendo perseguida o tenía algo con mi otro hijo, el idiota y mujeriego de Apolo.

-Ire directo al grano cabron. ¿Que tienes con mi hija?, ¿Que deseas de mi Atenea?. Te lo advierto Apolo si le haces algo. Pensé que habías dejado eso después de nuestra última charla.

- Esto te advierto yo a ti Zeus. Yo la amo con toda mi alma, daría mi vida por ella sin pensarlo dos veces. No la dejare jamás. Quiero que sea mi esposa y la madre de mis hijos.

Estaba molesto, realmente quería matarlo. ¿La madre de sus hijos?. ¿Que buscaba este hijo de puta?. ¿Quitarle la castidad a mi bebé?. Me hacía feliz de alguna manera llevar a mi pequeña al altar, verla con esa sonrisa hermosa que tenía, pero quería entregarla a un hombre en quien confiara plenamente, alguien que incluso la respetase si ella prefiriera guardar su virginidad.

La vida de Zeus y Hera Donde viven las historias. Descúbrelo ahora