Día 1: Playa

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La playa, nunca fue algo que le gustara mucho, a decir verdad.

La arena metiéndose entre su ropa, pegándose a sus pies y colándose entre sus dedos era una sensación molesta. Y su cabello y piel sintiéndose resecos y salados gracias al mar, era todavía más molesto de quitar.

Y era tan pero tan molesto, que el agua salada del mar se te metiera a los ojos o a los oídos.

Suspiró, desviando la mirada al atardecer mientras sus pies se mojaban al estar parada en la orilla. Sintiendo la brisa marítima acariciarle el rostro, despeinando sus cabellos y moviendo su falda larga del bikini que había comprado para este día con antelación.

La playa no le gustaba pero no por eso negaría que ir de vez en cuando, era agradable. Algo que la sacaba de la monótona y desalentadora rutina que se había hecho en este mundo oculto; eran pequeños momentos en los que podía sentirse como una persona medianamente normal.

Como si no fuese ella casi que la única, en poseer una técnica capaz de curar a otros.

Como si no tuviera que cargar con el peso de la muerte de sus compañeros en su espalda.

Como si no tuviera vidas en juego entre sus manos que se escapaban como los granos de arena de esta playa.

Como si... sólo se tratase de una persona normal de 28 años, tomándose unas breves vacaciones en la playa luego de su estresante trabajo. Nada más.

(Y no como alguien que debe tomar distancia de los demás para no encariñarse y que así, no le duela tanto la pérdida de otro compañero más).

Está por suspirar otra vez, de no ser porque un par de brazos –fuertes y que conoce bien– le cargan y toman desprevenida. Llevándola más lejos de donde estaba, o hasta donde puede ver, ya que está siendo cargada como un saco.

Sabiendo lo que va a pasar en cuestión de segundos.

– Satoru, no–

Toma todo el aire que puede antes de ser arrojada al agua, cerrando fuertemente los ojos mientras las burbujas de oxígeno salen por sus fosas nasales. Al menos, hasta que unas manos tomen las suyas y la traigan devuelta a la superficie.

Shouko había olvidado que también es un muy molesto que el cabello se te pegara al rostro como si de Sadako se tratase luego de sumergirte en el agua.

La risa de Satoru no se hace esperar mientras se echa el cabello para atrás con un bufido, dedicándole la mirada más fea que puede darle. Aun sabiendo que esta no surtirá efecto en él.

Y que probablemente, el enojo también se le vaya.

(Porque enojarse realmente con él, no es algo que pueda hacer–).

Pues él, es quien le otorga un poco de normalidad y vida a su vida.

(Shouko en realidad está agradecida de las tonterías de Satoru, aunque nunca se lo diga abiertamente).

-Traumada Taisho

Estoy justo aquí [Satoru/Shouko]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora