9. "Alguien que te entienda."

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Mis piernas me dolieron de tanto correr y llegué jadeante al parque. Algo en su fachada era diferente, había un letrero en la entrada que decía en letras verdes y grandes: "Hinesdey Park."

Tomé el sendero que usualmente solía tomar con Karla. No era la primera vez que venía, pero si era la primera vez que venía en plan:  "Distraer mi mente de todas mis desgracias."

Sin embargo, iba a ser imposible porque una de ellas iba a estar presente: Harry.

Por suerte pude huir de ese abogado con delirios, robador de besos, pero no podía huir de él aquí, por el simple hecho de que teníamos a todos los amigos en común y él también había sido invitado al parque.

Solo esperaba que mi bofetada le hubiese quitado las ganas de venir al parque.

Mierda.

Fruncí el entrecejo al verle sentado en una de las sillas que rodeaba la mesa de madera que estaba en el lugar recreativo del parque. Entonces el abogado con delirios sí había optado por venir; y mis amigos estaban junto a él.

Caminé hacia ellos a paso lentísimo. El sol ya se había ocultado y las farolas eran las encargadas de mantener el parque iluminado junto a la luz que emitía un cielo lleno de estrellas.

—¡Dafne! —elevó la voz Estefan desde la mesa al verme. Hizo que el resto de mis amigos me buscaran con la vista y cuando la mirada helada de Harry me encontró, mantuve la compostura. Algo en ella me percató de que él creyó que yo sería la que no asistiría. Y la verdad era que no hubiese venido, si tan solo no se lo hubiera prometido a Karla— ¿Te pesan las piernas? ¿Por qué caminas tan jodidamente lento?

Retomé mi paso normal y me fue imposible no soltar una risita al ver como la mascota de Lyssa, un perro lobo siberiano adulto, peludo y juguetón; no dejaba de molestarle la vida a Manuel. Se le montaba encima, lo olía y le lamía el rostro mientras Manuel intentaba alejarlo de sí.

—¿Cómo estás, Ly? —le pregunté al verle, y no me importó que estuviéramos rodeadas por nuestros amigos.

Me sonrió de medio lado con sus labios unidos.

—El fin de semana estuve de los nervios, no pude dormir, pero ahora me siento más tranquila —respondió. Lamentaba tanto haberla puesto en riesgo. Pareció leer mi mirada e hizo una leve inclinación de cabeza. Me hizo sentir que me quería mucho y se limitó a decir—. No te preocupes, ya pasó.

—¿Y todo está bien con Alex? —inquirió Karla y Lyssa asintió—. Él estaba preocupado.

—Lo sé, pero ya hemos hablado, todo está bien. —Una sonrisita se le escapó.

—¿Se puede saber de qué hablan en específico? —preguntó Estefan.

—Lyssa, ha estado angustiada por los parciales. Es todo —le respondió Manuel con la excusa barata que le habíamos inventado.

—Dafne ¿Por qué has llegado tarde? —inquirió Karla sin sonar molesta y me abrió un espacio junto a ella que no tardé en tomar.

—¿No venías con Harry? —preguntó Lyssa y le lanzó una miradita al castaño con cara de culo que me estaba lanzando una de sus peores miradas.

—Se suponía, pero me ha hecho enojar, así que vine sola —acepté. Harry subió una de sus cejas y le di una mala mirada de tan solo recordar su asqueroso beso.

—Te enojaste sola... —replicó, descaradamente. Me levanté de mi asiento para ir a golpearle pero Karla puso una mano delante de mí para detenerme.

—Hoy no dejaré que arruinen la salida con peleas. Así que espero que los dos se comporten —advirtió lanzándome una mirada amenazante que luego cayó sobre Harry.

Perfecta PerdiciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora