Introducción

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Todos en la aldea estaban sumergidos en sus propios pensamientos y deberes, ignorando los fuertes rayos de sol que chocaban contra sus pieles, pero eso no era lo único que ellos se esmeraban en ignorar, pues, un chicos se encontraba caminado por el mercado, atrayendo miradas curiosas y dudosas.
Karin tenía reputación, la cual solo era basada en rumores de los aldeanos, tristemente para el chico, no era algo de lo que alguien pudiera llegar a enorgullecerse, esas palabrerías que pasaban de boca en boca no hacían más que perjudicar, pues el ser producto de la infidelidad de la Jefa con un simple vendedor generaba desprecio y desinterés de ka mayoría de la aldea, aún así, Karin se sentía orgulloso de su padre y también de sus madre.
Los rumores no le resultaban agradables pero el seguía con la carven alto, demostrando que nada ni nadie podría lastimarlo.

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El sol había caído tras las altas montañas del Oeste, era momento de comenzar la jornada. Los tenues rayos del sol que se podían ver atrás vez de las pequeñas ranuras de las montañas les permitían montar los puesto, preparas caballos, y todo lo necesario sin encender ninguna vela en el transcurso, pero eso no era de importancia, pues lo que más importaba era que el sol quedará completamente oculto para poder empezar todo debidamente.
Los aldeanos esperaban ansiosamente la salida del heredero, todas y todos los jóvenes suspiraban por aquel joven de cabellos negros y ojos impresionantes.
Cualquiera que halla tenido la oportunidad de verlo, sabría con precisión que aquel joven estaba destinado a lograr cosas que lo llevarían a la gloria.
Pero una duda se arraigaba en los más profundo de los pensamientos del joven heredero, era eso lo que lo llevaría a su felicidad?






¿Realmente los comentarios no le afectaban?

¿La gloria y el poder podría ser la clave de su felicidad?

En el nombre de la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora