Heartbanging: The Last Game [Johnlock]

Parte 2 (Capítulo 8)

La mirada de Darrel no se había cruzado con la suya en ningún momento, desde hace los quince minutos que había empezado el interrogatorio. El padre del niño estaba furioso, con los brazos cruzados y unos ojos asesinos puestos en él. John todavía no llegaba y no estaba seguro si lo haría pronto, ya que no había contestado el mensaje. Casi una hora había pasado desde que lo había enviado.

Lestrade estaba sentado a su lado, esa había sido la condición que el inspector había logrado tener con Thomas Brook para acceder. Sherlock tendría que ser lo más "educado" posible. Sonaba justo, Sherlock lo admitía, pero no había nada de educado en las preguntas que realmente quería hacerle al muchacho.

—De acuerdo. —dijo Sherlock hablando despacio. —Entonces, bajaste por el teléfono de tu padre, compraste el juego y luego subiste.

—Esto es ridículo. —susurró Thomas Brook.

Sherlock no se inmutó y continuó. Habían repasado todo lo dicho en el interrogatorio anterior, así que ahora tenía que ir a lo importante.

—Le dije que sí.

El tono de voz del muchacho había sonado molesto e incómodo, sus ojos evitaban a toda costa los de Sherlock.

—Perfecto. Aclarado eso, Darrel, ahora quiero que me digas la verdad.

El tono de voz del rizado había sonado más grave de lo normal, lo cual hizo sentir inseguro al niño.

—¿Qué hacías dentro de un auto durante la madrugada de ayer?

Darrel miró inmediatamente al detective. El miedo se reflejó en sus ojos, tanto que hasta Lestrade lo notó.

—¿Qué? —Thomas Brook frunció el ceño, miró a su hijo y luego a Sherlock y Lestrade. —¿De qué están hablando?

—¿Por qué llevaste el cuerpo sin vida de tu hermano a bordo de ese auto? —preguntó Sherlock sin quitarle la mirada al niño.

—¡¿De qué rayos está hablando?! —exigió el Sr. Brook.

—Tenemos un video de su hijo, Sr. Brook. —se apresuró a contestar Lestrade.

Darrel abrió los ojos de par en par, era la segunda vez en su corta vida que sentía el verdadero pánico hasta los huesos. De su boca empezaron a salir sonidos entre cortados, casi como balbuceos. Quería encontrar algún argumento válido para cubrir esa evidencia, pero no lo encontraba.

—¿Por qué quisiste asesinar a tu hermano? —Sherlock finalmente hizo la pregunta.

—Yo no... ¡yo no lo maté! —gritó el niño. —¡Yo no lo hice!

Los ojos de Thomas Brook se llenaron de lágrimas, miraba a su hijo como si no lo reconociera, no sabía qué decir ni qué pensar. Simplemente no podía creer en lo que su hijo se había involucrado.

—No, por supuesto que no. Quisiste hacerlo, pero él se adelantó, ¿no es así? —dijo Sherlock.

Los ojos de Darrel miraron a los tres adultos a su alrededor. Negaba con su cabeza constantemente, asustado, nervioso.

—Darrel, escucha. —intervino Lestrade. —Tu hermano murió de un ataque al corazón; sin embargo, el baño privado que compartías con él mostró muchos indicios de que...

—¡Se los juro! ¡No fui yo! —el niño finalmente empezó a llorar. —¡Es que no lo entienden! ¡Yo no lo hice!

Lestrade se levantó y encendió el monitor de la computadora que se encontraba en la esquina de la habitación. Los videos de las cámaras de seguridad estaban listos para ser reproducidos.