Prólogo

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"Querido Leandro,

Sé que esto puede sonar extraño, pero necesito que confíes en mí, descubrí que hay algo más grande que yo en juego.

Ahora sé cosas que tal vez debí haber sospechado desde hace mucho y eso me confunde, ya no sé bien que hacer. Aún así, necesito que hagas algo por mí.

Si algo me llegara a pasar y no vuelvo pronto, sé fuerte y busca respuestas por mi. No confíes en las apariencias, especialmente de las personas en las que confiamos. Aprendí que aquellos que parecen cuidarnos a veces tienen secretos muy oscuros que, a pesar de saber que hacen mucho daño, prefieren fingir que nunca pasó nada.

Y no olvides que, como bien me dijiste alguna vez, "hay quienes siempre buscamos la luz". Confío en que tú también sabrás buscarla, al igual que la verdad de todo esto.

Mantén los ojos abiertos y, por favor, no confíes en nadie del todo. Algo grande está en juego.

Confío en ti, Leandro. Eres mi mejor amigo y el único en el que puedo confiar por ahora.

Con esperanza,
Elena."

- Luego de recibir esta carta, no volví a ver a Elena. Ella no regresó a la escuela y en su casa tampoco estaba, necesito que me ayuden.

- Bien chico, tomaste una buena decisión mostrándonos la carta, creo que esta es una gran pista que aportará al caso Elena, gracias por traerla. Déjanos el caso a nosotros y descansa un poco.

- Gracias oficial, nos vemos luego.

- Adiós, jóven Leandro. Nos mantendremos en comunicación si hay alguna información nueva sobre el caso de su amiga.

Leandro salió de la comisaría con náuseas, una carta entre manos y muchas dudas en su cabeza.

No sabía si hacía lo correcto revelando aquel secreto que tenían ambos, a los oficiales. Pues en el fondo, él solo esperaba que presentando aquella carta, pudiera verla otra vez.

Laberinto En La MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora