Capítulo 2: Nuevo re-inicio

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Al cruzar las puertas de aquel edificio, Elena sintió cómo el nudo en su estómago se intensificaba mientras avanzaba, sin embargo, luchó por esconder el miedo y ansiedad que le generaba aquel lugar.

Mientras caminaba por los pasillos que la conducían a su salón, observó cómo estos estaban llenos de estudiantes charlando muy animados. Esto provocó que la joven se sintiera como si estuviera en un mundo aparte, como si fuera tan solo una espectadora en aquel ambiente.

Todos se veían muy felices, charlando y bromeando entre sí, menos Elena, quién aún no había encontrado el valor para hablar con alguien, pues la última vez que lo intentó, no salió muy bien para ella.

Al entrar a la primera clase del día, historia, se sentó en el escritorio que le fue asignado; al fondo de la clase. Esto no le molestaba, pues prefería no destacar mucho, sin embargo no alcanzaba a escuchar bien lo que decía el profesor.

Durante todo el periodo, se mantuvo muy atenta al profesor Allen, un hombre algo mayor con un cabello oscuro y un par de canas visibles, además usaba lentes y era un poco robusto. En la escuela se decía que era un profesor bastante amable y atento, pero sus clases eran complejas si no prestabas atención.

Por ello, la jóven no quería perder el ritmo de su clase, sin embargo su mente inconsciente intentaba saborearla, pues imágenes leves de la pesadilla de la noche anterior venían a su mente de repente.

Esto hizo que, por unos momentos, dejara de prestarle atención a la clase y comenzara a pensar en ello.

En un intento por distraerse de aquel recuerdo, comenzó a garabatear en su cuaderno, pero sus pensamientos seguían volviendo a la pesadilla.

Era curioso, ya que desde hace bastante tiempo ha tenido la misma pesadilla cada noche, pero nunca había cuestionado el origen de la misma, ya que sus padres no solían darle importancia a eso.

- Tal vez viene de alguna película... - se respondió a sí misma en voz baja, olvidó por un momento que estaba en la escuela.

- ¿Perdone, señorita? - preguntó el profesor a Elena.

Al escuchar la pregunta, Elena levantó la mirada hacia el profesor de forma exaltada mientras su rostro comenzaba a tornarse de un color rojizo.

- ¿De qué forma se relaciona este hecho con un largometraje? ¿Sugiere que sea ese el origen de los que pasó?

- Eh, ehh.... - intentó explicar que se trataba de un error pero las palabras parecían haberse atascado en su garganta al ver los ojos de todos volverse hacia ella.

- Na-nada profesor, perdón por interrumpir - se disculpó con la cabeza baja mientras sentía el calor subir a sus mejillas.

Después de ese incidente, la clase transcurrió con normalidad, excepto para Elena quién, después de haber pasado unos veinte minutos del suceso, seguía sintiéndose apenada.

- Necesito ir al baño - interrumpió Elena repentinamente alzando la mano al profesor.

El profesor asintió con un gesto comprensivo y le indicó a Elena dónde se encontraba el baño. La joven se levantó rápidamente de su asiento y salió de la clase, sintiendo las miradas curiosas de sus compañeros clavadas en su espalda.

Necesitaba salir de aquel ambiente que le generaba estrés, por lo que se dirigió al sitio lo más rápido que pudo.

Una vez dentro del baño, Elena se miró en el espejo con frustración.

"¿Por qué siempre tengo que sentirme fuera de lugar?"
"¿Acaso no encajo en ningún lugar?"

Se preguntó a sí misma mientras se mojaba la cara con agua fría, tratando de calmar sus nervios.

La pesadilla de la noche anterior seguía acechándola, y ahora se sumaba la humillación de haber llamado la atención en clase.

Absorta en sus pensamientos, la jóven escuchó el sonido de la campana que indicaba el cambio de periodo. Se sobresaltó al darse cuenta de que había perdido la noción del tiempo y que ahora estaba por llegar tarde a su siguiente clase.

Con un suspiro de frustración, salió sigilosamente del baño y se dirigió hacia su aula, tratando de no llamar la atención. Para su mala suerte, el señor Allen seguía dentro guardando sus cosas sobre el escritorio.

- ¿Elena, verdad? - señaló el adulto al notar su presencia.

- S-sí, soy yo. - respondió Elena, sintiendo cómo el rubor volvía a subir a sus mejillas.

- Estaba a punto de enviar a alguien a buscarte, ¿estás bien? - preguntó el profesor, mirándola con preocupación.

- Sí, lo siento mucho profesor, perdí la noción del tiempo - se disculpó Elena, bajando la mirada avergonzada.

El adulto la observó detenidamente por última vez antes de responderle

- Bueno, que no se vuelva a repetir. ¿No querrás meterte en problemas y acabar frente al director, o si?

- No, profesor.

- Bien dicho, ahora ve y busca el salón que te corresponde. - respondió el de pelo oscuro canoso mientras se dirigía a la puerta del salón.

Mientras la chica abría su mochila y guardaba lo poco que tenía sobre el escritorio, el mayor la volteó a ver por ultima vez, esta vez con una mirada compasiva hacia la adolescente, de la cual se despidió diciendo:

- Una última cosa, date la oportunidad de hablar con alguien, nunca sabes qué puede pasar. Nos vemos jovencita.

Elena parecía confundida, no sabía con exactitud cómo interpretar esa última frase. La chica comenzó a pensar en los motivos por los que el profesor dijo aquello, ¿acaso habrá notado la conducta solitaria de Elena?

Tras pensar en aquello, la jóven por una parte sintió un cosquilleo que la impulsaba a hacer lo que el adulto le dijo, pero por otro, su mente no paraba de pensar en las palabras de su madre.

"A veces es mejor estar sola que mal acompañada, nunca se sabe qué intenciones pueden tener los demás."

Tras un momento de reflexionar las palabras de Verónica, la chica terminó de guardar sus cosas y se dirigió al salón de arte, no quería retrasarse más de lo que estaba. Después de todo, el dibujo era uno de sus pasatiempos favoritos, aunque no había sentido el deseo genuino de dibujar desde hace mucho. Quizá solo le ha faltado inspiración todo este tiempo.

*****

Conforme el tiempo pasó dentro de la escuela, Elena estuvo en constante movimiento, yendo de un salón a otro. Sin embargo, las palabras de su madre no paraban de resonar una y otra vez en su cabeza, haciéndola sentir como si fuera incapaz de encontrar un espacio entre todas aquellas personas.

Cuando intentó acercarse a algunos compañeros de clase, sintió que sus esfuerzos eran en vano pues algunos la miraban de manera extraña, como si no supieran cómo interactuar con ella, mientras que otros simplemente la ignoraban por completo.

A los ojos de Elena, socializar y hablar con otros adolescentes parecia ser algo imposible.

*****

Una vez finalizado el horario escolar, la jóven fue en busca de su hermano al edificio correspondiente para regresar juntos a casa.

Durante el camino de regreso, Elena reflexionaba sobre las palabras del profesor y las de su madre. Se preguntaba si realmente era mejor estar sola que arriesgarse a ser herida por los demás.

Una parte de ella anhelaba la compañía y la amistad de otros adolescentes, pero por otra, sabía que no tardarían en mudarse de nuevo, haciendo que todo aquel esfuerzo por encontrar afecto haya sido en vano.

Con estas dudas y emociones revoloteando en su mente, ambos hermanos llegaron a casa más rápido de lo esperado.

- ¿Realmente podré encontrar un lugar donde pertenecer?- pensó.

Laberinto En La MemoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora