Soy un horrible monstruo, creado por y para el miedo, véanme y que su morbo disfrute con mi espantosa presencia, desde que nací fui alimentado con el pavor de mis progenitores, y desde que existe la humanidad, he estado presente siempre en el temor de sus tristes y agobiados corazones.
Les doy gracias a todos esos seres temerosos por darme aliento y energía con su terror a la oscuridad y a lo desconocido. El espanto esa materia umbría que vive y crece en las mentes de mis creadores. Las criaturas humanas sin saberlo, se han hecho dioses al darme vida y traerme a este hermoso mundo lleno de magia multicolor. Aquí hasta la tristeza se puede degustar como un manjar invaluable y exquisito.
Soy la criatura no amada por sus hacedores. Por ser hijo suyo, estoy hecho a su imagen y semejanza, por eso también tengo un lado bueno que me he encargado de pulir con el incesante paso del tiempo. Los cuentos, leyendas y chismes, me han dado vigor desde tiempos inmemoriales.
Claro que me he fortalecido con el pavor de los entes pensantes, pero, ¡oh..!, sorpresa he adquirido vida propia y hasta he evolucionado, hace mucho me di cuenta de que las emociones positivas también tienen efectos en mi como ser inteligente.
Puedo enamorarme del amor, de los sueños y fantasías, de los preciosos mundos bizarros destinados para las imaginaciones infantiles y creativas.
Por supuesto que tengo amigos y ellos me tienen a mi, esos maravillosos engendros vienen de mi fecunda imaginación, yo puedo crearlos y darles vida, los amamanto con amorosa y excelsa poesía, platico con ellos sobre cosas inexistentes, los hago mis hijos amados y luego los devoro, para que renazcan dentro de mí, viven en mis infinitos mundos de ensueño en donde juego a ser un dios benevolente.
Mis queridas creaciones, no tienen carencias, pueden tenerlo todo y nada, vida o muerte, todo es cuestión de sus gustos únicos, dentro de mi, puedo decir con honradez, que nunca ha habido: guerras, disputas, asesinatos, hambre, contaminación o dictadores.
En mi interior, cada quien vive y deja vivir, el amor y la fraternidad es el pan de todos los días, y extrañamente me alimentan más esas virtudes, que el aburrido e insípido miedo de mis hacedores.
Soy una deidad, omnisciente y omnipotente en mí mismo, veo con agrado y curiosidad cómo se desarrollan mis criaturas, hay algunas que me han superado en inteligencia, poder e imaginación.
son individuos, de tal nobleza, que por voluntad propia se transforman en preciosas historias, que se manifiestan a través de los sueños de los niños, y los motivan a crear un mundo mejor para todos, pocos son los que los entienden y aceptan sus invaluables enseñanzas, más ellos no cejaran en sus intentos, pues después de todo la sociedad humana, son nuestros bien-amados padres. A ustedes les deseamos el mejor de los parabienes.
Con amor, su grotesco hijo, que los ama.
