En un lugar y tiempo cuando los monstruos y humanos se relacionaban entre si,
existió una mujer: chismosa, déspota, problemática, iracunda, glotona, envidiosa y
orgullosa, que por su manera de ser era repudiada por todos.
Su vida cambio dramáticamente con el paso de los días, pero no quería aceptar que
ella era la culpable de su sino, lo más fácil para esa mujer era culpar a los
otros, por no saber apreciar a alguien tan buena como ella."Ellos no me entienden,
me atacan por cosas de las que no soy culpable, ya nadie me habla porque dicen, que
llevo la maldad a allá donde voy."
" Esta bien, por hoy iré a dormir, mañana me enfrentaré con esos necios, uno a uno,
y les daré una lección, y así sabrán que conmigo no pueden meterse".
Al llegar el amanecer la problemática chica llamada Sara, al levantarse de su
camastro se sintió extraña como si no fuera ella misma, noto que su cuerpo se había
transformado en algo horrible, su anterior apariencia había desaparecido
totalmente, ahora tenía un cuerpo: robusto, jorobado, lleno de llagas, y de su
cuello brotó un ser deforme que escupía sanguaza al hablar, sus horribles ojos
estaban en blanco, esa abominación estaba completamente lampiña como un ratón
recién nacido su piel repleta de un amasijo de purulencias escurría un apestoso y
desagradable liquido. Sara estaba aterrada y a punto de colapsar pues mirar sentir
y oler al asqueroso ser que estaba pegado a su cogote le causo un vomito acre que
no podía contener. El engendro se convulsionaba en espasmos grotescos lanzando
sangre por su hocico. El horrible ente se atragantaba con sus fluidos al tratar de
hablar con ella.
La impresión fue tal que la fémina no resistió la traumática experiencia, y ella
cayó al suelo, desmayada por el horror.
Sus ojos se iban abriendo paulatinamente mientras escuchaba lo que parecía la voz
de un pequeño niño que trataba desesperadamente de comunicarle algo.
- Mírame Sara, yo soy tu alma encarnada, esto es en lo que me has transformado por
tu erróneo comportamiento, pero no te preocupes, nunca te abandonaría, porque soy
tu parte inmortal y comprendo tu desdicha más que nadie en este mundo.
Sara no se reponía de la impresión, ¿ese era su espíritu?, ¿porque era tan
horrible?, ¿acaso ella era la culpable de su estado? por fin pudo decir algo al
grotesco ente.
-No creo que tu seas mi ser interior, yo no soy mala, ellos lo son, ellos tienen la
culpa, los demás son los responsables de todo lo malo que me pasa en la vida.
La espeluznante criatura se retorció violentamente como babosa a la que le arrojan
sal, los fuertes movimientos sacudieron a su dueña, y vomitando cuajarones de
sangre negra hasta quedar exhausto entonces hablo con voz apagada. -Sara, mírame,
yo no estoy aquí para juzgarte, solo soy alguien que te ama, y que a tomado tus
errores para que no sufrieras.
-Pero ya ves, he fallado en mi misión, mis límites se han excedido, yo te haré
compañía porque soy tu, a donde tu vayas yo iré, siempre estaré para ti- Sara
estalló en llanto, la nobleza de ese horrible monstruo era impactante, de alguna
manera conmovió su duro corazón tan profundamente que al fin comprendió el daño que
le había hecho a esa pobre criatura.
-Toma esto, es para que recuerdes que yo siempre estaré contigo. -El extraño
esperpento expulso de su interior un cristal rosado de excelsa hermosura, la mujer
lo tomó y entonces un delicioso sopor la invadió hasta quedar dormida.
Ella despertó: aterrada, sudorosa y jadeante. Inmediatamente salto de la cama y
angustiada corrió hacia el espejo para constatar que ya no tenia esa horrible y
deforme aberración, solo que antes de llegar a ver su reflejo, sintió que de su
mano resbalo algo, delante de ella en el piso un cristal rosa de magnifica belleza
irradiaba un cálido resplandor.
