Capítulo 4: Gia

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Llegué a la casa de Lili cerca de las diez de la mañana. La chica estaba como si nada tirada en su sillón. Me senté junto a ella y recién ahí desvió la mirada hacia mí.

—Hola.

—¿Hace mucho que se fue? —pregunté y sus mejillas se tornaron rosadas.

—Media hora.

—Gracias por abandonarme en el boliche, eh —dije con un deje sarcástico.

—Perdoname, es que nos queríamos ir y no te encontraba. Pensé que ibas a estar bien, siempre tenés autocontrol...

Era algo triste que mi amiga solo tuviera interés por su novio y no me preguntara por cómo o dónde había pasado la noche anterior. Sin embargo no comenté nada del asunto y me limité a decir:

—Querida, desaprobé una prueba de historia, no estaba en condiciones de autocontrol. Además, lo decía en serio, gracias por abandonarme —Lili me miró confundida. —No vas a creer con quién me encontré.

—¿A coso?

—No, por suerte no me vio hacer el ridículo, esa bruja lo habría subido a las redes y ahora sería un meme.

—¿A él?

—Nooo. No, gracias a Dios no, me habría muerto.

—¿Entonces a quién? —preguntó impaciente.

—A Café.

—¿Café? —asentí, pero ella no terminaba de comprender, hace mucho que no usábamos ese código. Pasaron unos segundos y su cara cambió por completo. —¡¿Te encontraste a Christian?!

—¡SÍÍÍ!

—Decime que te lo comiste porque te pego.

—Pasó algo mejor... —Lili me miró con cara pícara y yo negué vehementemente. —¡No, Lila, eso no! No estoy preparada para eso, nena.

—¿Entonces qué?

—Da mucho cringe, pero al parecer estaba bailando en una banqueta con un vaso de cerveza en la mano, muy en pedo y él no quería que me lastimara.

—¡Sabe quien sos! ¡Te dije que sabía de tu existencia! —dijo burlona.

—Ja ja ja. En fin, me llevó a su casa, me cuidó y yo le prometí compensarlo.

—¿Cómo? —preguntó con esa cara.

—¡Lila! ¡Sos una malpensada! —exclamé y ella se echó a reír.

—La remera no ayuda mucho —dijo mirándome de arriba a abajo y yo me sonrojé.

—Tomar algo, vamos a ir a tomar algo.

—¡OMG! ¡Tenés una cita con tu crush de la secundaria!

Lili activó su modo casamentera y me dijo que tenía que hacer. Esperé al día siguiente para mandarle solicitud e invitarlo a tomar algo esa tarde. Lili me obligó a ponerme uno de sus jeans, con un buzo blanco y la remera de Christian —al principio me rehusé, pero insistió tanto que no me quedó otra alternativa—. Aunque después, por arreglarme el pelo y no tener un reloj a la mano me hizo llegar tarde.

Ahora me siento en un sueño. No puedo creer que esté tomando helado y hablando con Chris, nunca creí que esto podía pasar en la vida real —porque en mi cabeza pasó mil veces—. Como si fuera poco, está re lindo: el pantalón estilo militar, la remera blanca y la campera de cuero lo hacen parecer rudo, cosa que no pega con su personalidad cálida y amable, pero que le quedan a la perfección. Además de que sus rulos oscuros invitan a jugar con ellos, su sonrisa es preciosa y sus ojos grises tienen un brillo hermoso cuando se ríe. Básicamente su risa es la cosa más dulce que escuché en mi vida, y que se esté riendo conversando conmigo lo vuelve maravilloso.

Por una NotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora