c a p i t u l o (3)

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[capitulo 3; tiembla, que voy a por ti] 

Para mi buena suerte, mi excelente orientación y llevando a cabo el gran dicho de "preguntando se llega a roma", me resistí a no hacerle bullying a un chico de tercero que al preguntarle algo de repente se pego a la pared más cercana y tuvo su mayor crisis social.

Ah, Tamaki-senpai.

Tras robarme un pantalón del vestidor de chicos y llegar tarde a la puerta de mi salón, estúpidamente enorme por cierto, suspiré pesadamente sintiendo la gran emoción de ser una mocosa de 17, otra vez.

No me di cuenta cuan tarde había llegado hasta que escuche al maestro dar su clase muy metido en el tema, checo mi móvil viendo que había llegado 30 min tarde, dispuesta a darme la vuelta a la cafetería y volver en la siguiente clase, el profesor que anterior mente daba su catedra, estaba enfrente mío viéndome fijo.

—Ectoplasm- sensei...maldición—murmuro alejándome del adulto, el original desapareció a su clon y abrió la puerta instigándome a entrar.

—Shoyo al terminar la clase iremos a la sala de maestros, siéntate alado de Kitagawa.—debía de ver mi cara de confusión total y miro a la antes mencionada—Kitagawa levanta la mano.

Una chiquilla de cabello rosita chicle levanto la mano agitándola, me acerque al puesto vacío, por el pequeño resumen que me había mi abuela, pertenecía al área de estudios generales. Mi examen practico en pocas palabras fue una mierda.

Saludo a la pelirosa con un gesto y tomo asiento bajo la mirada de todos los adolescentes del aula. Apenas mi trasero toco el asiento ya tenia varios papelitos llenos de notitas en mi pupitre. Me la pase leyendo papelitos, en vez de poner atención.

Cuando por fin había terminado de leer, y me digne a prestar atención, clase acabo, vaya, fue más rápido de lo que pensé, al termino tome mi mochila siguiendo al maestro.

Sus prótesis me recuerdan a las patitas de Don Cangrejo...pienso mientras le veo caminar detrás suyo, después de cinco minutos llegamos a una sala de juntas, donde estaba el abrazable director tomando primorosamente una tacita de té.

—Iremos al punto Shoyo-san, nos han notificado que no ha visto ningún avance de tu lesión, como responsable de la academia me disculpo por ello—asiento sin importancia, el adorable roedor blanco siguió—Tus padres han planteado la posibilidad de sacarte de la academia, debido a que nos comentaron que no recordabas como usar tu don... y con el fin de...

¿Mis padres? pero si ni los topaba al par de adultos.

—Director Nezu—interrumpo mientras juego con una pequeña llama entre mis dedos—tengo una noción, recuerdo vagamente como usarlo y si me permite ...—hago una pausa para tratar de manipular dos llamas una en cada mano, carajo casi se me cae una.—que dependiendo de la evaluación del siguiente periodo se decida o no si estoy en la academia. Estoy en estudios generales no en el departamento de héroes, el uso de mi don no es tan prioritario.

Los maestros meditaron y se miraron unos a otros, el roedor cruzo la mesa y con su adorabilidad llego a pararse frente mío.

—¿Tu don es Mimetismo no es así? Puedes copiar el kosei que veas—asiento mientras tomo de la taza de te que me ofrecía—¿sabes de quien es el don que estas copiando ahora mismo?

—Ni idea, casi tiro a un chico cuando estaba en el pasillo y este por accidente lo activo, era de fuego. —apago las llamitas.

—Bien depende de como salgas de la siguientes evaluaciones se valorará si continuas en la academia, quiero que recuerdes que es más que nada por tu seguridad....blah, blah, blah...

—Si, Director Nezu. —después de tanto parloteo por parte del pequeño roedor, termino, bueno, un aparte.

Los días pasaron, el calor del verano agobiaba el lugar, la biblioteca estaba al tope de alumnos, pero aun seguía en silencio, me la había vivido con la mirada enterrada en los libros al saber que la siguiente evaluación seria en dos semanas y no tenia ni pio de idea del temario.

Lloraba internamente, acaso no era este un sueño, porque me autocastigaba mi inconsciente haciéndome ir a la escuela, hijo de perra.

Llenaba como loca libros y cuadernos de notas y resúmenes.

La pelirosa Kitagawa Yuri, quien resulto ser una de mis amigas de curso junto a la rubia que conocí al inicio Masao Rin, me apoyaban explicándome normas japonesas que en mi vida de otaku me había imaginado. Rin quien había resultado ser una amiga de la infancia le sorprendió el cambio drástico de mi apariencia, de quedo agusto al escuchar la razón de ello, aunque era una mentira piadosa tenia su toque de algo de verdad.

"Que horrible si me reconocen, ¡¿no recuerdas como se genero esa masa de gente cuando me sacaron en camilla de la academia?!, horribleee, prefiero que me vean comiéndome los mocos"

Acoplarme a una rutina de Lunes a Sábado en la academia fue duro, no debido a que los sábados eran sagrados para mi, día de salir a fiestas y regresar hasta el domingo a disfrutar los efectos de la cruda que me pegaban por consecuencia de pasarme la noche en vela en antros, bares y casas de mis amigas.

Aunque no todo era malo, tenia la bendición de una buena memoria para recordar cada dato que escuchaba o mis ojos veían. Así que para la evaluación y sorpresa de muchos, los puntos de todos los preexámenes salieron con la calificación más alta de todo el curso de primero.

La hora de clase libre había terminado y el tan ansiado almuerzo llego.

Caminando con desgano hacia el comedor una vez sentada y con mi almuerzo comencé a hablar.

—Chicas.—mi voz salió desganado. Empuje mi bandeja de comida y me deje caer sobre el mesón.

Ambas me miraron extrañadas por mi tono de voz y dejaron de un lado sus almuerzos. Pensé en como plantear la pregunta sin que ellas pensaran que cometería algún altercado. Recordé como me había prometido vivir con normalidad y intente ser yo y no la antigua Kiyoshi. Así que mandando al diablo la palabrería mental solté la bomba.

—¿¡Quien ha sido el bastardo que me mando a casa dos semanas y me reseteo la materia gris!? Estoy harta de tener que aprender todo lo que una vez supe. —mascullo alzando un poco a voz, uno que otro sin nada que hacer paro oreja al escucharme— ni las disculpas me ha dado, que coraje.

Tanto la pelirosa como la rubia sonrieron con con nerviosismo, Rin se aclaro la garganta antes de solarle el nombre del autor de su accidente. Una vez sus labios lo pronunciaron el alma se me fue del cuerpo y aprete mi puño con una gran furia, pequeñas llamaradas me rodearon y salieron disparadas como chispas al dejar salir mi grito.

—¡Hijo de perra! Me vengaré como me llamo Shoyo Kiyoshi.

Bakugo Katsuki, tiembla bastardo que voy a por ti. 

KIYOSHI  | Boku no HeroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora