✏Café✏

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(Modern AU)

Las horas pasaban y nadie pasaba a aquella cafetería del centro de la cuidad, haciendo que cierto chico de nombre Mariano, se aburriera por la razón ya mencionada, recargado en el mostrador mientras revisaba su celular, se cuestionaba a si mismo porque rayos su jefe lo le decía que se retirara de aquel lugar, pues ya habían pasado mas de 2 horas sin que alguien llegara y se sentara en una de las mesitas de madera. Mientras veía tontería y media, de vez en cuando miraba la hora para ver que tanto tiempo a perdido, definitivamente ese no era su día, primero se había levantado tarde, segundo, tuvo que hablar con una vecina por una confusión muy fea que hubo hace unos minutos, tercero, su ropa se mancho con agua con un poco de tierra , porque mientras esperaba en la parada de autobuses, un idiota paso a toda velocidad manchando na ropa de Mariano, obligándolo a regresar a casa y cambiarse al tiro. Y la cereza del pastel, tenía que doblar turno.

Harto de la vida,  dejo su teléfono a un lado y puso sus manos en su rostro, estresado y con sueño, ¿sera que el mundo lo quería mandar al diablo?, quien sabe. Pero todos esos problemas desaparecieron al oír la campanita de la puerta ¡al fin! El de uniforme color menta, rápidamente volteo a ver quien fue el que lo salvó de ese maldito aburrimiento; un chico que parecía de unos 20-23 años, con cabello rizado, ojos verdes grisaseos y con una sudadera amarilla mostaza, se mantenía de pie mirando el lugar tan lindo y bien decorado. Se acercó al mostrador donde un hombre sonreía levemente.

–Bienvenido al  "Chocolate con Menta", ¿en que puedo ayudarlo joven?– Preguntó con un tono más animado y contento.

–Buenos días, me gustaría pedir un café con caramelo y una dona rellena de chocolate, por favor– Respondió con una sonrisita.

Mariano se dirigió a la cocina para preparar el pedido ordenado, y el contrario se fue a sentar a una de las mesitas del establecimiento. Pasaron unos cuantos minutos para que el pedido estuviera finalizado, se dirigió a la mesa del chico y le entregó su dona y el café. El contrario agradeció e hizo un comentario que confundió un poco al Guzmán.

–Hey, ¿quieres sentarte acá? de todos modos no hay nadie más– Habló mientras veía al empleado. Lo dudo un poco, y en parte tenía razón, el único compañero que quedaba se había ido hace 5 minutos, y su jefe se había ido a hacer algo en otra parte, dejando al de cabello castaño completamente solo. Accedió a sentarse con el chico, se presentaron y charlaron de temas triviales. El nombre de aquel joven que llego hace 20 minutos era Camilo, Camilo Madrigal, quien formaba parte de una familia un poco conocida por aquella ciudad, ya que estos eran personas bastante gentiles y generosos que ayudaban a los demás sin pedir algo a cambio.

En su plática se dieron cuenta de que tenia cosas en común, al parecer la vida no lo odia tanto, le llevó un nuevo mejor amigo.



Dulce de Leche.•°  / MailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora