Victima No. 5: Constance Miller.

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Victima No. 5: Constance Miller.

Cierto lunes después de cuatro muertes, la siguiente víctima había sido elegida: Constance Miller. Una chica morena y alta que era estudiante de último grado que vivía sola en un departamento. Esa noche del lunes había salido tarde de su trabajo en una tienda de autoservicios. Pero no sabía lo que le esperaba al llegar a casa.

Cuando entró sintió todo normal, se quitó los zapatos al entrar y puso sus llaves y bolso en el sillón cercano. Sin encender la luz se aproximaba a la cocina para tomar algo.

―Te estaba esperando ―Escuchó Constance a sus espaldas y se asustó, quedó inmóvil y tiró el vaso de agua que traía en su mano derecha haciendo que este se rompiera. Corrió al interruptor ya que con la luz leve que entraba por la ventana de la cocina era difícil distinguir algo. Vio a todas partes y no distinguió nada fuera de lo normal. Suspiró de alivió pensando que pudo ser parte de su imaginación, ya que el asesinato de una de sus amigas le había dejado traumada un tanto.

―No hay nada de qué preocuparse ―soltó la morena un tanto relajada.

Subió a su habitación y se preparaba para tomar un baño. Entró a este y apenas al adentrarse se encendió el televisor de su habitación, lo cual se le hizo extraño. Se dispuso a ver el motivo del encendido y nuevamente no había nadie cerca. Estaba a punto de volver al cuarto de baño cuando recordó que había olvidado elegir una camisa, se aproximó a su closet y estaba buscando algo; de pronto se dio cuenta que una extraña tela no correspondía a su guardarropa, intentó tomar la prenda, pero una mano le dio un golpe en la cara que la hizo perder el equilibrio y cayó. La chica expresó dolor en su tobillo.

―¿Quién eres? ―comenzó a gritar desde el suelo.

Su atacante salió de aquel lugar y la chica pudo visualizar a aquella muñeca de carne y hueso.

―¿Qué quieres? No me hagas daño ―pidió mientras trataba de ponerse pie con ayuda de la cama. La muñeca solo sonrió y sacó de uno de los bolsillos de su vestido un cuchillo afilado. Constance se llenó de horror y comenzó a gritar, pero en un acto rápido le fue encajado en la garganta el objeto.

―Las muñecas que cantan nunca fueron mis favoritas ―repetía su atacante mientras enterraba una y otra vez el cuchillo en la garganta de aquella morena.

Al estar la chica muerta, su asesina se dispuso a cepillarle el cabello para después marcharse.

CAZA DE MUÑECASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora