Capítulo 1: La habitación roja.

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Desperté de golpe, empapada en sudor, jadeando nerviosa por aquel sueño causante de mi estado; me destapé sacando mis pálidas piernas de la cama y puse mis pies desnudos en la pequeña alfombra situada en el suelo. Avancé hasta la ventana, el viento la había abierto, toqué el gélido marco de ésta y noté como la fina capa de hielo que se había formado quemaba la yema de sus dedos, cerré la ventana y me senté en la pequeña banquetilla de mi peinadora, me miré al espejo, pudiendo ver las gotas de sudor resbalándose por mi frente. Sonre más tranquila, todo parecía seguir igual.

Pasé mi mano por mi pelirrojo y ondulado pelo para desenredarlo suavemente. Mis verdosos ojos estaban fijados en el espejo que reflejaba mi pálido rostro, acaricié mis mejillas buscando las imperfecciones que debía tapar con maquillaje. Abrí el cajón de la peinadora y saqué de ahí una pequeña cajita de cerillas, con una de ellas encendí la vela que estaba a mi lado y me pinté los labios con un rojo carmín.

La puerta sonó a porrazos y una voz fina de mujer se pudo oír tras ella.

– ¡Vamos chicas! ¡Los clientes están a punto de entrar! -La puerta se abrió y cayó en el suelo un vestido rojo, la puerta se cerró y del viento que esta ocasionó la vela se apagó.

Me levanté y cogí el vestido, comenzando a observar cada detalle de este.

– ¿Te ayudo Pleasure? – Una mujer de pelo negro se introducía poco a poco en la habitación.

–Sí, por favor–Me quité mi camisón dejándolo caer al suelo y eché el pelo a un lado, la morena cogió el corsé y me lo sobrepuso. Comenzó a jalar de los lazos para apretarlo.

–Luxury, no lo aprietes más, casi no puedo respirar– Supliqué casi en un hilo de voz.

–Has engordado Pleasure… A menos que apriete tendré que abrochártelo con tres lazadas y sabes que Madame Candington solo permite dos.

–Lo sé, pero vomitaré si me lo pones solo con dos.

– ¡Pleasure! ¡¿Qué es esta quemadura?!–Se escandalizó la morena al ver una marca circular y casi negra en la espalda de la chica.

–El cliente de ayer era aficionado al dolor, y ya sabes que nuestro trabajo es contentarle a costa de lo que sea. – Una sonrisa amarga se tiñó en mi rostro. - Fue con un cigarrillo, lo apagó en mi espalda.

–Toma- Dijo Luxury ofreciéndome un chal– Así nadie verá las lazadas que llevas- La morena se dirigió a la puerta y antes de salir añadió. –Feliz cumpleaños Pleasure.

Al oír aquellas palabras suspiré, veinticinco años ya comenzaba a ser una edad para su profesión, los hombres solo querían chicas jóvenes y en el caso de que no lo fuesen, debían tener mucha experiencia. Yo era una chica sin edad, una chica de la que casi nadie sabía nada.

Me terminé de vestir y me subí a unos tacones bastante altos, abrí la puerta de mi habitación y bajé las escaleras junto a mis compañeras.

Todas bajaban en silencio, madame Candington nos contaba para asegurarse de que ninguna se escaqueaba.

Salimos al patio para cruzarlo, la fina nieve caía en mis largos cabellos como si de confeti se tratara. Abrí la puerta de la taberna, pude ver la misma luz tenue de siempre, oí los mismos silbidos masculinos de siempre y vi a los hombres tan ansiosos por nuestros cuerpos como siempre, sonreí traviesa y me acerqué a uno de ellos. Tenía el cabello rubio, estaba sentado frente a la barra y llevaba una capa negra, deslicé mis manos por la espalda del hombre a la par que me acercaba a él, pegándome totalmente a su espalda, le acerqué los labios al oído y susurré con una sonrisa pícara:

– ¿Me invitas a una copa, cariño?

El hombre se giró para observarme dejando ver un rostro joven de  unos dieciocho años; pero completamente infantil. Mi sonrisa iba menguando conforme me fijaba en el chico.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2022 ⏰

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