Memoria 8

21 4 0
                                    

El trabajo había sido tranquilo sin contar los ratos sin clientes, la doctora Kaede me suplicaba continuar la historia pero había prometido contarle en mi casa esa noche, porque era mejor mantenerlo por partes, después de todo, nunca fue una historia tan dramática, solo le cuento los buenos momentos que pasé con Baji y ese, pese a ser tan amargo, lo recuerdo con cariño.

- ¿Ya puedes decirme como le fue con tu padre? - lloriqueó mi amiga

- Esta bien, solo porque preparaste la cena - reí un poco

- ¿¡Solo por eso!? ¡Que mala! -

- Bien, ahora ponte cómoda...

La voz de mi padre me había paralizado de miedo, suplicaba que Baji se fuera, pero se volvió a levantar de su motocicleta lo cual me aterró aún más, si Baji golpeaba a mi padre, yo iba a estar en serios problemas, y no solo por lo que me fuera a hacer, sino porque probablemente me hubiera obligado a cambiarme de escuela a otra ciudad en algún internado para chicas, pero parece que me escuchó, porque de mi boca salió apenas un audible "padre", vi en sus ojos que se sorprendió un instante, y luego volvió a mirar a mi padre.

- Mi nombre es Baji Keisuke, soy compañero de su hija, señor Watanabe -

- ¿Compañero dices? ¿En esa escuela admiten a delincuentes como tú? Mira ese desorden que tienes por cabello, ahora dime, ¿tienes licencia para conducir una motocicleta así? ¿Ahí traías a mi hija? - mi padre sonaba furioso, pero no del tipo explosivo, no, era del tipo que parecía que te estaba insultando, con un tono de voz frío y severo - Ni siquiera tienes casco, ¿qué hacías con mi hija? -

Podía ver que Baji apretaba los puños, y alternaba su mirada entre mi padre y yo, como si mi reacción solo le provocara más ganas de golpearlo, yo solo negaba con la cabeza y movía mis labios diciendo que no, en espera de que me entendiera y decidiera retroceder, pero se quedó a hacerle frente.

- Solo la traje a casa, señor... me la encontré por el parque y me dijo que iba de camino a casa, así que la traje para que no caminara tanto -

- Reiko, ¿eso es cierto? - mi padre volteó a verme a mi, como si esperara verme mentir y fallar

- Es cierto padre, estaba en casa de mi amiga pero ya era hora de volver, me entretuve hablando tanto con ella que si él no me hubiera traído, hubiera llegado pasadas las 5 -

- ¿Y no te hemos dado dinero para que pidieras un taxi en todo caso? Ve adentro, hablaremos más tarde - sonaba a una amenaza, pero se volteó a seguir regañando a Baji

Bajé la mirada, sabía que el sermón de Baji y el mío serían largos, y también sabía que mi hermano iba a pagar las consecuencias de algo que él ni siquiera tenía nada que ver, pero ni Takeo ni Baji tenían razón alguna para lidiar con mi padre, moría de miedo pero antes de volver a la casa, interrumpí a mi padre tomándolo del brazo de forma muy superficial.

- Padre, l-la cena familiar también te involucra, no podemos dejar que mi madre y mi hermano cenen solos... déjalo ir esta vez, por favor - dije sin poder ver a mi padre a la cara, al contrario, mi vista estaba fija en el suelo

- Reiko - gruñó y tomó mi muñeca con fuerza - Esta bien, lo dejaré pasar, pero no quiero que vuelvas a hablar con un delincuente, no me importa que sea tu compañero de clases, y tú, pequeño vago, no quiero que te vuelvas a acercar a mi hija nunca más - Mi padre me jaloneó con fuerza y prácticamente me arrastró adentro de la casa, me sentía tan humillada... Baji nunca tuvo que haber visto como mi padre me trataba, ni siquiera quería que se conocieran... había volteado a verlo y su mirada me partió el corazón, estaba preocupado por mi.

Ni siquiera recuerdo lo que dijo mi padre en las tres horas que duró el regaño, solo podía pensar en Baji, nunca quise preocuparlo, mi situación familiar era complicada pero la escuela era mi oasis en el desierto, aunque antes de llegar a él, debía soportar el infierno que sería el domingo.

Había sido uno de los peores días que mi padre había tenido, recuerdo que usó el cinturón a modo de látigo para golpear a Takeo solo porque no terminó de comer, el miedo me paralizó nuevamente, pero parecía que Takeo había tenido suficiente, se levantó en contra de mi padre y terminaron golpeándose hasta que mi padre ya no podía levantarse, pero lo echó de la casa sin dejarlo pasar a tomar sus pertenencias. No supe qué hizo mi hermano o a donde fue, estaba herido y yo quería salir corriendo detrás de él para curarlo, pero ahora que él no estaba, por fin entendí por qué mi hermano, Baji y Chifuyu estaban tan preocupados, porque ahora yo también estaba asustada de ser el siguiente saco de boxeo.

El lunes llegó y como si nos hubiéramos puesto de acuerdo, ese día estaba tan distraída que olvide preparar mi bento y el de mis amigos, llegué con las manos vacías, pero esta vez Baji fue el que se sentó junto a mi durante el receso, creo que esa fue de las pocas ocasiones que yo no tenía cabeza para esas cosas, lo ignoré porque estaba ensimismada, pero jalo la mesa y su asiento más cerca de mi, y colocó la caja de bento frente a mi.

- Oye, preparé algo... ya sabes, para cambiar un poco la dinámica... - sé que me miraba, pero no podía responder, y entonces rió un poco - sabía que no ibas a cocinar hoy, me obligaste a comer bien porque me metí en peleas, ahora tú estás en una, necesitas alimentarte -

Volteé a verlo al fin, estaba conmovida - Kei... - fue lo único que pude decir antes de que mis ojos volvieran a llenarse de lágrimas.

- T-tranquila, si lloras... - volteó a ver a todos lados, nuestros compañeros nos veían mal, pero yo no podía controlarlo más, él suspiró - oye Rei, llora si quieres -

Me solté a llorar, me sentía horriblemente culpable por lo que había pasado, y justo cuando estaba llorando e iba a recargarme sobre el hombro de Baji, llegó Chifuyu, y al verme llorar así, me abrazó.

Entre balbuceos les conté que mi hermano se había ido de la casa y no supe a donde fue, básicamente estaba perdido, solo y herido, sin que mis amigos me soltaran, llegó un profesor a preguntar qué sucedía, porque para los ojos de mis compañeros yo estaba siendo agredida por mis amigos.

- ¿Segura que no ocurre nada, señorita Watanabe? - preguntó el profesor viendo a Baji y a Chifuyu sospechando de ellos

- Solo me quiero desahogar con mis amigos, señor, mi hermano se fue de la casa - expliqué aún llorando

- Bien, si usted lo dice - el profesor se fue, aún mirándolos con sospecha

Poco me importó y seguí llorando con ellos, hasta que pude calmarme un poco tomé algo de agua.

- Comprendo que te sientas tan mal pero en serio, come algo, ni siquiera debes acabártelo todo - insistió Baji

- Esta bien... lo siento - probé su comida y era muy buena, mejor que la mía podría decir, y antes de darme cuenta, me había acabado el bento. - Kei, te quedó increíble -

- S-sí, ya vi que te gustó - se veía sorprendido de que comiera tan rápido

- Oh, ya sé, hoy deberíamos entrenar un poco más, Reiko - dijo Chifuyu - tal vez con eso te sientas mejor -

Ese día, entrenar había sido la cosa más útil del mundo, estaba tan frustrada que había sacado fuerzas que no sabía que tenía, mis amigos sabían que esto iba a ser mi terapia porque para ellos esa era su forma de desahogarse también, y empezaba a entender por qué les gustaba tanto pelear, para mi era un pasatiempo pero ese día fue mi ayuda más grande.

Volví a casa una hora antes de que mis padres volvieran, saqué cosas de mi hermano y se las encargué a Baji y a Chifuyu, y de nuevo, justo a tiempo logré hacer que se fueran, no había rastro de ellos para cuando llegaron mis padres.

Habían pasado días tensos y mi hermano no daba señales de vida, pero al menos tenía a mis amigos ahí para mi.

Broken promisesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora