Capítulo 23: Maquinaciones

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*N.A: No voy a mentir sobre este, disfruté escribiéndolo. Hay un poco de revoltijo en la línea de tiempo, los saltos adecuados no se indican, pero piensan el mismo día que el anterior.

Pues sin más preámbulos...

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Nazarick Noveno Piso

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Las puertas de la suite real de Lord Ainz eran grandes puertas dobles negras de lujo con pequeños bordes detallados que representaban el maravilloso símbolo de Ainz Ooal Gown como una indicación del individuo que lo ocupaba.

Una gran lámpara de araña de cristal transparente colgaba iluminando justo encima de las puertas de entrada, y dos linternas de pared pálida eran visibles a cada lado de las paredes prístinas. Columnas dobles ornamentadas estaban a un lado de las puertas acompañadas por dos caballeros fuertemente equipados que hacían guardia en los cuartos de su amo.

Auras imponentes irradiaban de los dos individuos, reprimiendo e interrogando a quien llegaba a los cuartos del amo sin ni su petición ni la de sus esposas.

Su fuerza era incuestionable, ya que a nadie más que al más fuerte de los caballeros se le permitiría el privilegio de vigilar a los pocos de los lugares frecuentes del último ser supremo, especialmente a su suite.

Demiurge se paró orgulloso en la entrada, sin vacilar ante el aura intimidante de los dos Caballeros de Sangre de nivel 100, incluso mientras apoyaban sus brazos de guantelete en sus espadas largas pulsantes.

Caballeros de Sangre de los pisos 8, una pequeña unidad de caballeros liderados por el Guardián Rojo de la Tumba; Rubedo. Aunque no estaba familiarizado con su fuerza o destreza, el archidemonio había escuchado a Cocito hablar de ellos en alta estima. Demiurgo había conocido a su comandante, y él podía decir honestamente que ella no tenía nada si no confiaba. Un sentimiento compartido entre la Unidad Roja que parecía.

Overlord: To Be InfiniteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora