PRÓLOGO

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Para contar una historia no siempre podemos iniciar con el inicio de esta nueva trama, muchas veces tenemos que recordar el pasado para iniciar el viaje.

Si la buena sociedad inglesa viera dónde estaba la duquesa de Ashbourne en los terrenos de su ancestral Westonbirt quedaría con la boca abierta lista para matarla entre malos comentarios.

Emma Dunster vestida nada femenina con unos pantalones adaptados de su esposo Alexander y con su cabello pelirrojo totalmente trenzado en una sola trenza desde su raíz combinaba con actitud dominante con su peor enemigo hasta el momento; otra Dunster con un carácter peor el que ella y con simplemente de siete años de experiencia en la maestría de ser un terror.

—Chloé, te aviso que tarde o temprano tendrás que salir de escondite. —Gritó Emma dejando escapar en algunas partes su acento americano.

—Saldré cuando Napoleón gane la guerra, madre. —Respondió Chloé en medio de un grito, lo que hace se note que se encontraba atrapada en la cima de un árbol no muy lejos de Emma.

Quizás las acciones de ambas pelirojas sean exageradas, ya que toda esta persecución se genera por la molestia en una clase de modales pagadas y patrocinadas por la tía paterna de la joven lady Chloé. Un simple comentario cómo fue

—Si sigue así, ni la gran dote de mon Seigneur le comprará un marido. —Pronunciado por una señora francesa que lleva mínimo dos siglos en ese asunto de los modales.

Logró que la más joven del clan Ridgely se enfureciera al punto que huyó del salón de estudios y se refugió en su parte favorita de los terrenos familiares, lo que causó que Emma al enterarse se llenará de miedo por su primogénita sola en altas horas de la noche.

—Tranquila, te aseguro que soy capaz de traicionar a la nación de tu padre, si bajas y hablamos. —Emma ya se encontraba recostada en el frondoso árbol que era refugio de su hija.

—Te pueden colgar por traidora, mamá.

—Si es lo que necesito para hablar contigo, iré a la guillotina con gusto. —Emma le comentó con la intención de bajar la furia de Chloé. —¿Qué fue lo que pasó con la maestra?

—Nada.

—Chloé, el vejestorio que recomendó tu tia dijo que le gritaste y huiste como alma endemoniada. —Emma provocó con sus palabras para lograr soltar información.

—¿Le creíste a la bruja? —La voz dominante de Chloé disminuyó su potencia al pensar que su madre estaba de parte de la bruja francesa.

—Le dije a su cara amargada que se fuera a Francia si no aguantaba el carácter de la hija de un duque. —La sonrisa de Emma fue amplia al recordar el regaño que le hizo al vejestorio.

La risa de la menor fue lo único que se escuchó en las grandes hectáreas del terreno ancestral del ducado.

—Ahora que sabes que no estoy del lado de la bruja. —Emma movió su última carta para descubrir la verdad de la única fuente confiable. —¿Qué fue lo que pasó?

El silencio era entendible durante unos cuantos segundos, la pequeña intentaba cuadrar sus palabras sin que sus emociones la dominarán.

—¿Entonces?

—La bruja dijo que ni la plata de papá podría comprarme un esposo. —La voz de Chloé se dejaba ver el odio que empezaba nacer ante las críticas. —Ella se cree que es mil veces mejor que yo y odio que crea eso.

—¿Son ciertas esas palabras, Chloé? —Cuestionó Emma intentando descubrir cuantas malas reseñas deberá dar a una institutriz atrevida.

—Para nada. Yo sé que soy una buena niña, el jardinero siempre dijo que soy una lady peculiar pero buena. —Comentó Chloé recordando los comentarios positivos de otros maestros.

—Gracias por sacar ese tema, preciosa. —Emma intentó calmar la mente de su hija con sentimientos más positivos.—¿Cómo es que el jardinero renunció?

—Madre, el jardinero quería paz y renunció. —La voz baja de la niña dejaba ver qué aún estaba dolida por los comentarios de la francesa.

—Chloé, el hombre dijo que no trabajaría más aquí si cierta señorita siguiera molestando en los jardines. —Emma tenía un dolor por los sucesos anteriores.

—Jamás sabremos la verdad, lástima.

Las risas volvieron al lugar con la excepción que esta vez es tanto de la madre con la hija.

—¿Podrías bajar, pecas? —Pidió Emma con la intención de darle una lección a su pequeña.

En unos cuantos saltos y alguna que otra costura dañada en su vestido amarillo, Chloé salió de su escondite entre las ramas con los ojos llorosos. Un gesto de su madre valió para que se refugiara entre sus brazos sin importar que ambas terminarán llenas de tierras.

—Dejamé contarte una historia.

—¿Será de Shakespeare? —Interrumpió Chloé. —Me gusta mucho la de fierecilla domada o Romeo y Julieta, adoro que sean tan tontos.

—No soy tu tía Belle. —Recordó la duquesa a su prima que logró terminar su logro personal al tiempo que una boda. — No soy alguien que frecuenta la literatura de hombres muertos.

—¿Una historia de la guerra como las de papá y el tío John?

—Nada violento, pecas.

—¿Qué historia me contarás, mamá?

—La de una americana y la de un duque pomposo. —Empezó a narrar Emma mientras jugaba con el cabello de su hija. —La americana se comportaba mil veces peor y en una de aventuras conoció a un duque odioso.

—¿Cómo lo conoció? ¿Fue en un baile o una velada musical?

—Lo conoció en un accidente de coche, la americana había salvado al sobrino del duque y él no pudo separar el ojo en ningún momento de ella. Todos los bailes debía tener una pieza con ella o si no volvió loco a su amigo y al resto de invitados. —Emma sonrió al recordar todas las aventuras que vivió al conocer al hombre que ahora es su esposo. —La americana no tenía modales, solía escaparse fingiendo ser una simple doncella.

—¿Una doncella como Mary-Sue? ¿Las que me hace muchos peinados aunque me mueva demasiado y queden mal?

—Idéntica a Mary-Sue, pero esta americana tenía una fuerza que competía con la voluntad de un duque. —Emma empezaba a notar en ese punto que los ojos de Chloé volvió a recuperar su brillo típico. —Nunca permitió que unas reglas morales decidieran por ella y aún así el duque decidió casarse con ella porqué la amaba.

—Mamá, esa es tu historia con papá, ¿cierto? —Chloé tardó mucho en conectar los puntos de la historia de Emma.

—Exactamente. Yo era mil veces peor y hasta el día de hoy siguen personas como el vejestorio francés que dicen enfrente mío y mil personas más diciendo a mis espaldas que yo no merezco estar donde estoy. —Emma le dió un beso en la cabeza a Chloé antes de continuar. —Con un esposo que me ama totalmente y una pequeña princesa llena de pecas.

—¿Algún día tendré un esposo como papá?

—Tu papá y yo te deseamos mil veces eso. Nunca necesitarás casarte por interés o estatus. —Emma le dió un fuerte abrazo a su hija sin importar que ambas terminarán llenas de tierra definitivamente. —Chloé Arabella Ridgely Dunster, puedes elegir tu futuro y si decides amar no importar a quién sea.

Un grito por parte del duque de Ashbourne se escuchó llamado a sus dos pelirrojas.

—¿Le hace falta algo a esa historia? —Preguntó Chloé con inocencia.

—Nunca lo sabremos, lástima. Pasó lo mismo con un jardinero, pecas.

—Si te cuento lo del jardinero, me lo dirás a la hora de dormir, ¿trato?

(( les pido que comenten, ustedes no saben lo feliz que me pone.

muchas gracias por las 500 vistas en london boy y las 1000 en la duquesa prometida))







LONDON BOY gregory bridgertonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora