【 Normal y tranquilo... Hasta que ya no lo es 】

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Mary Bonnet (o como a ella le gusta llamarse, Mary Allamby, por su apellido de soltera) considera que ha llevado una vida muy normal... Bueno tan normal como se puede considerar una vida donde se es dos veces viuda, lo cual en si no tiene nada de raro, lo raro viene cuando se ha enviudado dos veces del mismo hombre.

Exceptuando eso, Mary tiene una vida común y tranquila para una mujer de su categoría, con sus hijos, el hombre al que ama verdaderamente y su arte. Y así quería que se quedara.

Pero claro, cuando se es Mary Bonnet, tu marido te abandona por sus sueños guajiros de convertirse en pirata y regresa de entre los muertos solo para morir un par de días después (en un plan ideado en conjunto entre él y tú), la estabilidad de tu vida no se mantiene durante mucho tiempo.

Eso lo confirma el día que entra su sala de estar solo para encontrar a un hombre de pelo muy largo, vestido de cuero oscuro de pies a cabeza, a excepción de una fina pieza de tela negra atada alrededor de su cuello.

Con el corazón en la garganta, se pregunta si puede escapar sigilosamente, sin que nadie se diera cuenta, pero eso sería ser demasiado afortunada y ella se está dado cuenta que ese día la suerte no estaría de su lado.

El hombre voltea a verla y clava su mirada sobre ella. Tenía ojos de un castaño profundo y su rostro estaba cubierto de rayas de pintura negra. El corazón de Mary se hundió aún más en el pánico.

— ¿Dónde está? —gruñó el hombre.

— ¿Dónde está quién? —pregunta Mary en un intento fútil de imitar el gruñido del otro hombre porque al parecer con el paso del tiempo se ha vuelto tan temeraria como estúpida. El hombre intensificó su mirada sobre ella y a Mary se le corto la respiración.

En su tiempo como la esposa de Stede Bonnet, aun cuando mostraba un desinterés a la afición de Stede a la piratería, desalentándola activamente, ella se sentaba a escuchar suficientes historias de temibles piratas para poder reconocer a Barbanegra cuando estaba frente a ella.

— Mary Bonnet, supongo.

—... Sí —dijo, comenzando a escanear la habitación en busca de posibles armas. Le importaba poco quien se encontrara frente a ella, no se rendiría sin dar pelea.

Aun así, no podía evitar sentirse intimidada, el hombre era tan temible como se hubiera imaginado. Era alto e imponente, con un gruñido formándose a través de los ojos y una boca pintada de negro como la sombra de la medianoche. Pero algo... estaba mal. Mary capto la mirada del pirata, era cruel e inflexible, sus ojos estaban vidriosos y llenos de dolor, como si le hubieran arrebatado el alma en vida.

Así que este era Barbanegra, pero...

— ¿Y dónde está su barba? —fue lo que dijo, porque al parecer Mary Bonnet Allamby si se estaba volviendo idiota y lo primero que preguntaba al encontrarse cara a cara con una leyenda viviente de los siete mares era eso.

El hombre pareció descolocado ante tal cuestionamiento, así que procedió a ignorarla.

— ¿Dónde está tu esposo? Sé que milagrosamente regresó de entre los muertos y apareció en tu puerta. Pero, ¿dónde está él ahora?

Mary reunió todo el coraje que poseía tan solo para responder esa pregunta. — Está muerto.

Se enorgulleció por su capacidad de mantener la entereza pese a que la adrenalina y el miedo atravesaron su cuerpo como un rayo.

— ¿En serio? —dijo el pirata, casi caprichosamente, aunque en su rostro visualizo la contrariedad de dos sentimientos muy diferentes, el dolor y la burla, entre el escepticismo y la credulidad. — Perdóname si no te creo pero Stede tiene una tendencia a engañar a la muerte.

La guía de Mary Allamby para hacerse amiga de un pirataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora