Alrededor de la habitación está inundado de blanco, puro y perfecto. Sin una mancha de suciedad que desmorone toda la realidad que le rodea. En el centro de aquel piso acolchado una pequeña persona tratando e sanar lo que alguien en algún momento destrozo.
¿La culpa le la tiene que llevar el más débil? En el juego de los naipes quien no tenga la cantidad suficiente es mejor que ni siquiera participe.
El problema es que nadie dio las reglas de la manera correcta ¿Qué se supone que haga una persona jugando con su realidad cuando esta consiente que ni siquiera su mente vive en este planeta?
Un alíen sobreviniente a las desvergonzadas depravaciones de una sociedad podría, destruida y sobrevalorada.
Camila Cabello esta entre todas las paredes de color blanco sobrellevando la locura a la cual algunas personas la llevaron. ¿Estará cuerda?¿ ¿Estará loca? ¿Sera una maldita psicótica? No se puede responder a esa pregunta porque no ha decidido hablar con nadie.
Su mundo está de cabeza, dando vueltas en un abismo de inseguridades que las personas no pueden entender, nadie puede comprender.
No ataca, no habla, no se mueve.
No está atada, no es un paciente mentalmente agredidle, ella sabe en dónde está, esta consiente y eso es lo que pocas personas tienen presente. Sabe que pasos da, cuales omite y cuales trata de que se pierdan en el camino de su mente.
Con su camiseta de color blanco, cabello castaño ondulado cayendo casi el borde de sus pierdas flexionadas en la típica pose de indio, su cabeza de lado mordiendo sus labios de cerezas. Su lengua rosa pasa por sus labios cuando alguien decide abrir la puerta de aquel atestado lugar pulcro.
—Camila Cabello— la voz masculina y grave de aquel enfermero hace que ella alce la mirada. El chico la mira desde lejos lanzando en nueva cuenta un pantalón deportivo. —Hora del paseo— ella ríe de las expresiones del chico.
— ¿Piensas que soy una loca psicótica?— la pregunta vuela de sus labios cuando pasa al lado del chico. El hace el amago e masticar algo que no está en su boca. Aprieta su mandíbula marcando los músculos de la misma y deja salir un suspiro.
—No se me permite hablar— murmura logrando que aquello haga reír a la morena.
Sus pasos son suaves, la presencia de ella hace que todos se giren a verla caminar por el pasillo, tiene un imán de atraer a las personas. Sus caderas son anchas pero al mismo estrechas, su trasero es un arma que puede hacer que hasta la chica más hetero de vuelta. Y eso se demuestra cuando pasa junto al enfermero por la parte principal.
Recuerda que ella no es un paciente agresivo, por lo que atarla no es uno de sus procedimientos. Pero cuando va caminando es como si se perdiera en la niebla de sus pensamientos musicales.
Camina al ritmo de la música, da tres saltos antes de pegar su espalda a la pared y dejarse resbalar con sensualidad por ella. Sus manos recorren la parte central de su pecho hasta llegar al borde de su pantalón deportivo.
Se despega y deja caer su cabeza hacia atrás formando un Semi circulo, captando la mirada de cada una de las personas presentes.
Sus ojos dieron paso a unos verdes que la miraban atenta, mordió su labio pasando su lengua por los maltratados belfos en una insinuación provocativa hacia la dama en el mostrador.
La pelinegra que entregaba unos folios no despego su mirada de ella sino hasta que se perdió de vista.
Camila sabía lo que ella poseía y quien podía entregarse. Metiendo dos dedos dentro de su boca ensalivándolos entro aquel cuarto muy conocido para ella.
Cuando capto la idea de en donde estaba, era muy tarde, demasiado tarde para su gusto. Tres hombres la tomaron de los brazos con fuerza y la llevaron a una silla. Ataron con correas sus brazos y piernas, también la ataron a la silla por su frente dejando inmóvil su cabeza.
Trataba de mover su cuerpo pero le era imposible, los hombres se alejaron y dejaron que una persona con la perfecta vestimenta de color blanco, lentes de montura negra y cabello bien ordenado se acercara a ella.
—Esto te hará sentir bien. Te lo prometo— Camila vio al hombre con la inyectadora color rosa cuando la introdujo por su nariz con fuerza.
Tosiendo con fuerza dejando que parte de la medicina escapara por su boca, se alejaron de ella. Sus ojos viraban hacia cada lado sin poder mover del todo su cuerpo, estaba quieta sintiendo las pequeñas y perfectas sensaciones que aquello traía consigo.
La siguiente inyectadora de líquido blanco fue introducida en su boca y con fuerza termino bajando una cantidad y otra termino escurriendo por su nariz.
Alzando su cabeza y mirando vagamente a las personas dentro de aquel lugar, les dedico una sonrisa de medio lado.
—Feelin' like a psychofreak sometimes—murmuro antes de caer dormida.
*Nueva historia*
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Psychofreak (Camren)
FantasyNo tengo una descripción. Solo te pido que leas con atención. Todo es Ficción, no me jodas la existencia. Historia creada por mi.