☢Extra☢

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Los caminos espaciosos se hacen angostos, no se puede distinguir de forma correcta como es que el pasadizo se hace cada vez más minúsculo. Incluso se puede llegar a pensar que está apresando a la víctima dentro del perfecto cuadro negro.

— ¿En dónde estás linda gatita?— susurro con suavidad mordiendo mi labio al entrar a la habitación. Las paredes con de colores claros, pero la cama que está en la esquina tiene sus sabanas de colores vino tintos.

Ladeo mi cabeza dejándome llevar por mi propio instinto para girar mi rostro. Aunque mi acto no se cumple, siento la suavidad de unos labios esponjosos en mi nuca.

—No te muevas pequeña, las luces hacen que tu rostro se vea glorificado.

— ¿Cómo esperas decir eso sin esperar no sentir el toque de sus manos?

Sé que está sonriendo, sobre todo cuando sus manos aprietan con fuerza mi cintura.

—No estamos allí, no tenemos restricción, no tenemos cámaras, no tenemos vigilancia. No tenemos a nadie más que a nosotras. ¿De qué tienes miedo?— su pregunta es un murmuro, uno que hace que de mis labios el gemido salga entrecortado, y un poco agudo.

—De ti— confieso.

—Una respuesta que no esperaba ¿Qué te da miedo de mí?— besa un poco más debajo de mi nuca, llega a mi omoplatos apretando aun sus manos en mi cintura.

—Tus ojos— me dejo caer en los brazos de ella. Besa y muerde el lóbulo de mi oreja haciéndome caminar hasta la cama. Me empuja con suavidad logrando que quede de rodillas.

—Mis ojos, curioso— acaricia mis brazos — ¿Qué te da miedo de ellos?

—El rojo intenso que se fusiona con el verde esmeralda— siento su sonrisa en mi cuello. —Eres como el diablo, vestido de ángel.

—Lejos no estas cariño. No estamos lejos de la realidad, ni muy cerca de la verdad. Tampoco el cielo queda muy lejos, y el infierno esta al paso de un pecado.

Ella empuja mi cuerpo logrando que caiga boca abajo, alza mis caderas y me deja en cuatro, siento su mano en el centro de mi espalda y sube hasta mis omoplatos y me hace caer. Mis hombros sienten la suavidad de la cama y mi mejilla se presiona.

—Podemos jugar al ángel y al demonio cariño, pero ambas sabemos que tú no eres el ángel que dices ser, ni yo el demonio que te quiere llevar.

Saca los jeans se mi cuerpo y la siento besar los muslos. La ropa interior no es algo que lleve puesto del todo, así que el fácil acceso de ella a mi centro es más que perfecto.

Siento la lengua húmeda acercarse lentamente a mi centro, pero no toca nada de él.

— ¡Lauren!— gimoteo en busca de su contacto. Agito mis caderas tratando de acercarme, escucho su risa grave y algo diferente.

—A mi ritmo, chica linda. Igual la noche es larga y tú eres solo mía— asiento perdida en las sensaciones cuando luego de terminar aquella frase, me tomo de los muslos y ataco mi centro como si su vida dependiera de ello.

Succiono, mordió y halo ligeramente mi clítoris para luego girarme como una muñequita de trapo. Miro su rostro, siento las lágrimas y la humedad del sudor en mi mejilla izquierda.

—Deliciosa— relame sus labios y hace que me acueste correctamente, alza mi camisa lanzándola algún lugar de aquella acogedora habitación. —Dime un secreto Camila, el que más te guste— siento el peso de su cuerpo encima del mío. Beso sus labios con lentitud guardando un instante lo que tengo para decir.

Psychofreak (Camren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora