Capítulo IV

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EXPERIENCIAS INOLVIDABLES

PHOENIX

Mi llegada a Colombia después de tanto tiempo fue como un respiro que no sabía que necesitaba con tanta urgencia pero me había negado a aceptar este regreso por cuestiones muy peculiares.

La llegada al aeropuerto fue como como un remolino de emociones ya que cuando el avión estaba aterrizando fue tan bello ver lo que alguna vez llame hogar, y sé que no podré olvidar la cara de ponqué de mi hermano al verme bajar las escaleras eléctricas (acá entre nos yo también lo extrañe pero no se lo diremos guiño guiño).

El viaje a casa fue lleno de las mil y una aventuras de mi querido dolor de cabeza y alguna aportación mía, me hacía falta poder reír como lo he hecho desde que llegue hace 2 semanas; y ahora que lo pienso han pasado tantas cosas que he perdido la noción del tiempo.

Cosas como quedarnos despiertos hasta tarde viendo películas y series por Netflix y Disney Plus comiendo palomitas de maíz caramelizadas con chocolates y snaks, salir a los centros comerciales con mi hermanito y acompañándolo a sus entrenamientos, entre otras experiencias únicas he inolvidables.

Por lo menos algo en lo que si no me he puesto a dudar y tampoco me he arrepentido fue de dar un tour por toda Colombia con Isaac ya que me ha servido para reencontrarme conmigo misma y fortalecer mi lazo de hermandad a pesar de fue una decisión muy apresurada.

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Me encuentro comiendo una cocada en el balcón del hotel en que nos estamos hospedando con Isaac en Cartagena; tiene una hermosa y maravillosa vista al mar.

Es bueno tener esta tranquilidad y paz en medio de mi pequeño pero no menos importante espacio personal y a solas, que veo interrumpida por el sonido de la puerta abrirse y cerrarse después de que mi querido dolor de cabeza entro a la "habitación".

Escucho sus pasos por toda "habitación" y cuando llega al balcón entra sin decir una palabra pero me saluda con un corto y cariñoso beso en la frente para luego sentarse a mi lado, me mira y me detalla para luego aclarar la garganta y hacer la pregunta que tanto había evitado.

- ¿Fuiste a visitar a nuestros padres en su séptimo año de fallecimiento? - noto que aún le duele un poco el tema; pero lo dejo pasar ya que eso paso hace tanto tiempo y él era muy pequeño y si yo aún no puedo dejar de pensar el "por qué" no lo juzgare por tampoco hacerlo el.

- Ehm... si... ¿Por?

- ¿Crees que cuando partamos de Colombia podríamos pasar por Inglaterra a visitarlos... ehm... más bien para poder ir a visitarlos yo solo? - puedo notar su nerviosismo ante mi respuesta pero no voy a ser egoísta con él.

- Trataré de hacer una escala pero yo creo que si podrás ir. - puedo notar como su cara se ilumina con melancolía y eso me pone un poco feliz que después tanto tiempo podrá ir.

Luego de un largo silencio me pregunto si quería salir más tarde a cenar a lo que solo le respondí con un asentamiento con la cabeza.

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Llevo más de media hora intentando encontrar un atuendo indicado para salir a cenar con mi hermano y no me decido entre un crop top negro, unos vaqueros y mis convers o un vestido blanco que me llega cuatro dedos encima de la rodilla y hombros descubiertos con una sandalias.

Caminos Cruzados (libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora