Falsas esperanzas

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“No sé si te quiero,” dijo él. “Pero sé que

no quiero que nadie más te tenga.”

No era lo suficientemente bueno,

lo sabía.

Honestamente, lo sé. En mi mente,

estaba tan claro como el cristal.

Mi corazón, en cambio,

estaba teniendo un caso serio de

audiencia selectiva.

Lo único que escuchó fue:

“No quiero que nadie más te tenga.”

Y con eso:

había un centelleo de esperanza,

una chispa de optimismo.

—Lang Leav

Pequeña poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora