Invención mía

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Creo que todos tenemos derecho a un buen desastre.

Con el pelo alborotado, el tirante del vestido caído y un buen temblor de piernas.

Que tenga los ojos negros y vista vestidos blancos.

Alguien con las rodillas raspadas y el labio inferior siempre temblando.

Alguien con un embelesado brillo en los ojos y el reflejo de un niño de cuatro años.

Alguien con el que cantar una canción triste de piano y acabar dándose un buen baile.

Alguien que vaya descalzo y haga crujir la madera a su paso.

Alguien que sonría con los ojos.

Alguien que te haga correr para que no te pierdas un instante de tu vida.

Alguien que con su imaginación te haga volar a mundos diferentes sin moverte de la cama.

Alguien que te haga reír llorando.

Alguien que con un comienzo te escriba una historia sin final exacto.

Que antes de preguntar “¿qué vamos a hacer hoy?”, ya tenga planes para viajar al otro lado del mundo y descubrir un tesoro enterrado.

Que haga de tu vida un poema que quisieras relatar mil y una veces.

Que haga el amor como una loca.

Que hable tan rápido que la lengua se le trabe y tenga que parar para retomar la respiración.

Que sólo con el roce de su piel te haga sentirte en el cielo.

Que al besar te robe el aire.

Alguien que te espere detrás de la ventana aun llueva, granice o esté nevando.

Alguien que te mate a veces y que te haga vivir todo el rato.

Alguien que al llorar se le hinchen las mejillas y se deje la garganta gritando.

Alguien que haga del dolor un poder humano.

Alguien que haga de tu vida un fugaz amor de verano.

Alguien que finja no tener miedo para estar siempre a tu lado.

Alguien que antes de que pidas ayuda ya te haya tendido la mano.

Alguien que te haga suspirar todo el rato.

Alguien que sin saber el destino ya esté caminando.

Alguien que te agarre de la mano y que haga temblar todo a tu paso.

Alguien que lea libros lento y pausado.

Alguien a quien le gusten las rosas negras, los campos de amapolas en primavera y haga florecer, con una risa, los campos en verano.

No necesitamos a alguien que nos frene, es cierto, aunque tampoco necesitamos a alguien que se deje caer

y nos arranque el corazón y el alma de paso.

Pequeña poesíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora