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□■□■□ En una noche brillante:


El caruaje había bajado la velocidad hacía varias cuadras, de seguro se encontraba al tope de eses de caballo y criados malhumorados; no quiso mirar por la ventana para corroborar su teoría.

Las manos le temblaban por el nerviosismo de ser su primer evento social como un adulto joven de buena familia; ya no era el hijo que debía esperar despierto a que sus padres volviesen de la fábrica ni el hermano que escuchaba las historias sobre aventuras emocionantes sin poder llevarlas él a cabo.

Suspiró angustiado antes de alisar la tela de su pantalón con sus manos y los primeros pasos para su presentación a la alta sociedad europea.

《Desearía tanto reconocerte entre todas aquellas máscaras》


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—No te preocupes, todo será perfecto. Sabes que estoy viviendo mi propio cuento de ensueño—

Aquellas fueron las palabras con las que se despidió de su madre antes que iniciara su viaje. No obstante, la historia se encontraba en un término muy distinto al que quería contarle cuando ésta retornase.

La gala finalmente había finalizado, de la manera más espléndida que pudo esperar para tantos meses de preparación. Sin embargo, la sombra danzante en el centro de su patio y entre los rosales, junto con los exclamo de su esposa al irse indignada de regreso a su cama, le dejaron una sensación extraña en el estómago.

—¿Se encuentra bien? ¿Puedo ayudarle en algo?—

—Tal parece que sí rindió frutos armar este escándalo bajo las higueras— Se resignó a dejarle hablar sin corregir sus errores de ebrio —No le he visto bailar en toda la noche y no se imagina cuánto amaría ser yo quien le acompañe ¿Me concede esta pieza, caballero?—

El menor observó hacia los lados buscando ayuda o alguna pieza de luz que le indicara que podrían estar siendo observados. El otro ignoró su mirada inquieta y le sujetó de las muñecas con determinación mientras que su sonrisa mostraba un vigor amable, quizás una leve presunción de que sus intenciones no venían del alcoholismo sino de un anhelo fortuito mutuo.

El más alto se dejó llevar por los pasos torpes de su invitado y cerró sus ojos pese a los tantos riesgos de caer o ser descubiertos ¿Qué pensaría gente si ve a dos hombres danzando en medio de la obscuridad? Entonces le pareció escuchar la melodía tenue que seguía atentamente el contrario, tan bella y vitalizante como ninguna de las que había oído antes.

—Debe agradecer al anfitrión antes de marcharse— Le advirtió luego de asimilar que sus manos ya no estaban unidas de ninguna manera —Es una norma fundamental de las galas, ¿no lo sabe?—

—Claro que lo sé, pero deseo tener ese socolor para volver a verle. Fue un gusto, Monsieur—


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Los latidos que resonaban al golpear su espalda acompañaban de una manera seductora y romántica las notas imperfectas que salían de las cuerdas que sus dedos tocaban desde la inexperiencia y desde la complejidad que le sumana el nerviosismo por tener las manos del canadiense sobre las suyas.

Se sintió acorralado por sus propias emociones y no por la invasión pasiva de su espacio personal, incluso por el consentimiento esencial que los unió en primer lugar.

𝐿𝐴 𝑂𝑇𝑅𝐴 𝑀𝐼𝑇𝐴𝐷 𝐷𝐸𝐿 𝑁𝑈𝑁𝐶𝐴Donde viven las historias. Descúbrelo ahora