La lluvia siempre le traía recuerdos. El sonido de las gotas golpeando su ventana y la tetera hirviendo lo transportaban a ese día.
Sonrió al ver el auto negro estacionarse frente a su casa. La curiosidad que sintió de niño había sido reemplazada por un anhelo profundo y ansiedad que quebrantaba su alma al no tener cerca al hermoso hombre, que ahora lo esperaba con paciencia dentro del vehículo.
No tardó en salir a su encuentro con un paraguas lo suficientemente grande para cubrirlos a ambos. Su orbe izquierdo se tiñó de azul, sus duras facciones se relajaron dejando entrever a un emocionado lobo. El roce de sus manos era suficiente para apagar su lado racional de forma abrupta.
Los ojos impresionados del niño que había sido cautivado por la belleza de Chenle, se mantenían intactos a pesar de los años. Los meses de espera fiel para contemplar por escasos segundos al lindo rayo de sol pasar frente a sus ojos, aún con la lluvia o la nieve provocando temblores en su cuerpo, se convirtieron en calidez que podía disfrutar por largos períodos de tiempo.
Su pequeño yo, tan obstinado y persistente hizo una inversión inteligente. Apretó sus labios por lo irreal que le resultaba la situación, con una mano soteniendo el paraguas y la otra presionando delicadamente la espalda del mayor para apegarlo a su cuerpo, calmó un poco a su alocado lobo.
Con una reverencia se despidió del chofer y prometió que cuidaría a su mejor amigo.
"Te ves precioso" soltó al encontrarse perdido en los orbes del contrario. Era increíble la manera en la que su mundo se detenía para centrar toda su atención en el omega. Y aunque no expresara lo que quería en ese momento, su expresión lo delataba. El particular color azulado que se había apoderado de su iris se mantenía intacto.
El sonido del claxon de un vehículo lo trajo a la realidad. A esa realidad en la que su boca lo traicionó y exteriorizó parte de sus pensamientos.Tragó pesado ante la sonrisa que se formó en el bonito rostro del omega. No sabía si empezaba a delirar por los nervios, pero sintió que el olor a lavanda se intensificaba. La temperatura de su cuerpo descendió algunos grados, en la espera de algún movimiento o respuesta burlona que aligerara el ambiente.
Su lobo saltó conmocionado y su mente se llenaba de miles de pensamientos.
"Eres precioso, Park" la yema de sus dedos se pasearon por las definidas facciones del menor. Jisung siempre cedía ante su tacto, sus párpados se cerraban automáticamente y se inclinaba en dirección a sus caricias.
La madre del alfa miraba por la ventana y solo pudo suspirar al percatarse de la ropa empapada de los menores, Jisung hace rato dejó caer el paraguas y a Chenle parecía no importarle.
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