Dejar de hablar con Federico es algo que no contemplé desde que retomamos contacto; resulta ser una idea inverosímil, pero, parte de mí, logra entenderlo porque se ha enterado de la bebé de una forma inusual y sorpresiva, y yo no le he dado explicación alguna; no porque no quiera, sino porque he regado el asunto de Danilo entre mis conocidos y mi familia, uno más sería una catástrofe. El tema de la bebé ya no es un secreto y le he fallado a mi amigo; aunque parte de mí no se siente mal, el mundo debe saber la verdad, pero temo las repercusiones que tenga haber hablado del asunto, sin contar que probablemente la policía ya sepa de ello.
Decirle la verdad a Federico, haría que su confianza hacía mí se fortalezca; sin embargo, soy más nervios que persona, no quiero perderlo una segunda vez, eso dolería más que la primera porque, aunque pareciera que no, la verdad es que sí; cuando Esteban me rompió el corazón, me dolió darme cuenta lo tonta y confiada que fui, pero a veces así es el amor: se disfraza de buenas intenciones.
La reunión aplazada, se ha concretado. Federico está sentado al lado izquierdo de la mesa y el gerente de la Compañía Andina de Vidrios, está sentado al lado derecho, se ha presentado como Arturo Montes y se ve como un hombre rígido, por su apariencia, debe surcar los cincuenta, tiene el pelo blanquecino; además, está acompañado del abogado de su compañía; tan joven como Federico y yo, pero con una apariencia rígida como su jefe. Luce intimidante.
Debo mantener mi mente en el trabajo y no en otras cosas, pero es tan difícil... Federico se mantiene de brazos cruzados, mirando fijamente a Arturo que está con su abogado, leyendo los documentos en los que he trabajado en días anteriores y no ha volteado a verme desde que ha llegado. Luego, aquel anciano mira a Federico, y él cambia su semblante y posa sus brazos sobre la mesa.
—Entonces —dice Arturo y sus palabras me sacan de mi ensimismamiento—, las acciones se dividirán equitativamente y las ganancias se irán a sesenta y cuarenta, por lo menos, durante los primeros tres meses.
—Sí —le explico al gerente de la otra compañía—. Teniendo en cuenta que Megaglass es quien se adhiere, después de los seis meses las ganancias irán a la nueva compañía, esto teniendo en cuenta que la empresa del señor Rey está pasando por un proceso económico un poco complicado y la fusión significaría que ellos se estabilizarían y pondrían al día sus deudas.
—Que no son muchas —agrega Federico, mirándolo a los ojos—. Como puede observar en los documentos, ambas compañías se mantienen en el mercado, pero esta nueva ingresará al campo a pasos agigantados y estaremos al mismo nivel, generando ganancias para ambos y dejando de ser una competencia.
Arturo voltea a mirar a su abogado y, este último, asiente con su cabeza.
—Tal parece que la documentación está en orden, así que enviaremos todo esto inmediatamente a la Superintendencia de Sociedades y esperaremos lo mejor, de ahí sabremos cuál será el paso a seguir —indica el hombre canoso.
—Un honor trabajar con usted —indica Federico, levantándose de la silla y extendiendo su mano a los otros hombres.
Los dos aludidos se levantan al tiempo y estrechan sus manos, yo también me levanto y aprieto las manos de cada uno.
—Estaremos en contacto, doctora Castellanos —habla el señor Montes—. Ha hecho una excelente intervención representando a Megaglass.
—Muchas gracias —contesto con una sonrisa—. Por eso nos ha contactado el señor Rey, sabemos cómo llegar a los clientes.
Arturo se carcajea, como si le hubiese contado un chiste divertido y los demás se suman a ese gesto. Asiente con su cabeza mientras sale de la sala de juntas y su abogado sale con él, como un perrito faldero, los sigo con la mirada mientras se pierden por el pasillo.
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Este es mi karma ✅
ChickLitPaulina Castellanos es una abogada que tiene todo lo que siempre soñó y es feliz con todos los logros que ha alcanzado a base de esfuerzo, además, sus amigos y su vecino hacen más llevadera la rutina del día a día, pues su familia vive en Medellín...