Capítulo uno: Latidos

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El sudor mojó toda su frente mientras tomaba una bocada de aire. Su conciencia se estaba recobrando luego estar sumergido en el cansancio, él mismo empezó a sentir algo suave debajo de él. Llevó con grandes temblores sus dedos hacia su ojo izquierdo, al sentir los tejidos de carne, ambos ojos se abrieron de golpe.

—¿Gregory?—soltaron sus labios, su mente empezó revolver todos los recuerdos. Lo último que recordaba era correr junto al niño, las llamas envolver a Mega...

Miró su cuerpo, carne lo componía. ¿En dónde había quedado Glamrock Freddy?, se levantó tambaleándose, cayó al suelo de inmediato. De sus labios se escapó un jadeo, al tocar el suave frío mármol.

“¿Qué me ha pasado?” se preguntó, su corazón empezó a latir fuertemente, al pensar en Gregory. El niño no estaba en la habitación.

Con manos sudorosas, llevó ambas a su cabello, al sentirlo, su corazón paró de latir fuertemente de golpe.

Él era Michael nuevamente.

—¿Por qué?—preguntó en voz alta, notó que su voz había vuelto a sonar como fue en el pasado.

Su nariz captó un olor en el ambiente, su apetito se abrió de inmediato. Se levantó del suelo, sujetándose de las paredes. Caminó hasta la puerta, pero antes, notó el espejo.

Sus ojos se movían por todo su cuerpo, lo miraban con tanta devoción que estuvo rato haciéndolo. Su mente le recordó nuevamente todo lo sucedido, miró su palma.

—¡Michael, ya levántate!—gritó alguien, su cuerpo se volteó de inmediato. Cayó a la cama.

Intentó obtener el equilibrio nuevamente, se sujetó de las paredes mientras abría la puerta. Respiró nuevamente aquel aroma exquisito, su apetito lo devoraba por dentro.

Al caminar por el pasillo, lo veía y sabía que era el mismo. A la hora de estar a tan solo unos centímetros de la escalera, retrocedió chocando con algo.

—¿Qué no miras a tus costados?—dijo una voz, él miró a la niña pelirroja que tenía a su costado. Sus ojos empezaron a cristalizarse.

—¿Elizabeth? N-no es posible...—sollozo, ella frunció su ceño, empezó a bajar las escaleras.

Si su hermana estaba, eso significaba que su hermano menor también. Aquel temor que sintió en ese momento fue desgarrador, la culpa lo señaló sin piedad.

Bajó las escaleras sosteniéndose, cada vez sentía más miedo. Sus oídos captaron voces en la cocina, al estar parado en el umbral, sus ojos soltaron lágrimas.

Él clamaba por dentro huir de allí, pero algo le decía que avanzara.

—Oh, por fin decides levantarte—mencionó una voz, Michael miró a su madre sintiendo un nudo en su garganta. —¿Qué te pasa?, te noto demasiado pálido.

Ella acercó su mano hasta la frente del joven, él cerró sus ojos sintiendo su tacto. Era real.

Abrió sus ojos ya no sintió el dulce tacto, apretó sus nudillos de golpe, cuando vio al hombre sentado. Leía un periódico tranquilamente, Michael sintió el momento como uno ya vívido.

—Padre—lo llamó, su voz sonó demasiado seca. El hombre no se inmutó a mirarlo, solamente gruñó en respuesta. Michael no iba a darse por vencido. —Padre.

—¿Qué?—preguntó, bajando un poco el periódico.

—¿En qué año estamos?—la pregunta del joven ganó muchas miradas.

—En 1982—respondió el hombre, con indiferencia.

Michael no esperaba una respuesta tan fuerte, si se encontraba en 1982, significaba que nada había sucedido.

Se sentó en la mesa, una vez que la comida ya estaba lista. Sus ojos se movieron hacia el niño, sus ojos se cristalizaron.

—Hola, Evan—pronunció, teniendo un nudo de angustia en su garganta.

El niño parecía haber estado llorando, miró a su hermano limpiando sus lágrimas. —Hola—respondió, secamente.

Se le veía asustado, parecía que Michael lo asustaba. El adolescente bajó su mirada hacia la comida, su apetito de repente se esfumó. Sus padres lo miraban con atención, levantó su cabizbajo para mirarlos. Su madre le susurró algo al hombre, quien asintió.

—Bien, familia. Es hora de que vaya al restaurante, los veré luego—se despidió el Afton, levantándose y tomando su chaqueta de cuero morada. Besó la cabeza de Elizabeth antes de irse.

Michael ayudó un poco a su madre, limpió algunos cubiertos; en silencio. La mujer pelirroja lo miraba con curiosidad, nunca lo había visto tan callado.

—¿Te pasa algo, Michael?, jamás te había visto tan encerrado en ti mismo, incluso no has molestado a Evan—preguntó la mujer, se cruzó de brazos.

Él la miró, observó su vestido lila que llevaba puesto. La cabeza del joven empezó a doler, pequeños recuerdos empezaron a llegar.

Ella suspiró. —Espero que algún día puedas contarme tus problemas, por más que lo intente; no confías en mí. ¿Sabes que eso me duele?—comentó, guardó los últimos cubiertos. Limpió sus manos mirando al adolescente. —Vincent me ha invitado a cenar esta noche, hazme el favor de mencionarle eso a tu padre.

El vaso que sujetaba Michael tembló en su mano, cayó al suelo logrando desparramar vidrios.

Hoy era el día, el día en el cual su propia madre desaparecía de sus vidas sin ninguna explicación. Aquel fue el primer dolor que experimentó la familia Afton, el primer dolor de William Afton.

—¡No!—gritó Michael, sorprendiendo a la mujer. —Digo... Yo iré contigo.

—¿Seguro?, tú y tu tío jamás se han llevado bien... —soltó.

—Insisto.

La mujer accedió al pedido de su hijo, dejándolo sólo en la cocina. Michael se volteó, miró a la foto que colgaba de la heladera. Los cinco sonreían en esa foto, él recordaba el día.

Apretó sus nudillos cuando Gregory pasó por su mente, nuevamente Michael recordó todo.

¿Realmente todo fue una pesadilla?

¿Y si realmente lo fue, cómo era posible saber lo que va a pasar?







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¿Ahora qué hago? » Fan fic Fnaf «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora