Capítulo Trece: Una noche especial

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Sus ojos esmeraldas casi estaban cristalizados mientras miraba al pequeño que tenía en frente, él le sostuvo la mirada con una pizca de confusión, pero también con melancolía. Ella se agachó a su altura, el viento rozó con ambas melenas, logrando darles un movimiento delicado.

—Gregory... —susurró, él abrió sus labios. —¿Realmente eres real?

El niño mantuvo un cabizbajo por cierta timidez que obtuvo de repente, Clara acarició su mejilla con cautela, Gregory cerró los ojos, disfrutando el momento.

—Eso significa que Michael no deliraba, ¡William realmente se convirtió en un asesino! Y yo... Yo morí—soltó con un jadeo, ella retrocedió, sujetándose el pecho con amargura.

Gregory abrió sus ojos, la miró con el ceño fruncido. —En realidad no, eso hubiese pasado. Pero Michael lo impidió.

—Michael me contactó para huir de la casa, dijo que William ya no era un buen hombre, ¿esas no son señales del hombre morado? —dijo Clara, se cruzó de brazos.

Gregory iba a contestar, pero fue interrumpido por la voz de alguien, que de repente apareció ante ambos.

—Apareció... —le dijo a la mujer, ella de inmediato soltó una exclamación se asombro.

Dejaron a solas al niño, notó que la puerta estaba abierta, su curiosidad fue grande, cuya le obligó a entrar por el umbral. Al pisar la casa, sintió un gran frío en su cuerpo. Alzó su cabeza hacia arriba, notando la gran altura que tenía, parecía una mansión.

Las escaleras eran elegantes y sofisticadas, cuyas estaban hechas de un mármol algo gris. La casa no tenía muchas luces, pocas de ellas tenían una calidad baja, dándole una tensión suspensiva.

Gregory notó a una niña pelirroja mirarlo desde el sofá azabache, peinaba a una muñeca parecía a ella con la mirada atenta en él.

—¿Qué le pasó a tu mejilla? Esta mañana no tenías esa cosa—preguntó, su voz era suave pero maliciosa a la vez, Gregory trago saliva. —¿Qué llevas puesto?

—¿Por qué tienes una muñeca igual a ti?—preguntó Gregory, ella ladeo su cabeza.

—Nana me la hizo—respondió con indiferencia. —Papá dice que me hará una de verdad, ¿no te parece exquisita la idea?.

Gregory arrugó su nariz, la forma de hablar de la niña le ponía los pelos de punta.

Sintió pasos, también escuchó murmullos y más pisadas, alzó su mirada hacia la escalera, viendo al joven bajar con rapidez.

—Estoy bien mamá, lo digo en serio... —decía mientras bajaba, al toparse con el niño, Michael quedó paralizado. —¿Gregory?

—¿Michael?—exclamó, su tono de voz fue algo bajo.

Ambos se quedaron mirando, de un momento u otro, Gregory corrió hacia a él y lo abrazó. Algo en Michael se desmoronó, tal vez era su orgullo, tal vez su culpa, él no lo sabía. Aquel niño idéntico a Evan, cuyo hermano ansiaba molestar, le hacía sentir una emoción extraña en su cuerpo, Michael se sentía demasiado culpable.

Gregory recordó algo, se soltó de inmediato.

—Tenemos que irnos de aquí, ¡debemos de buscar a Freddy!—chilló, Clara apareció ante la escena.

—De ninguna manera ambos pueden salir de aquí—mencionó, los miró con el fruncido. —Ustedes dos están en problemas serios.

—Tengo que, la ciudad depende de mí, madre; ¡la línea del tiempo colapsó!—dijo, pero de pronto, recordó que ella no era parte, se tapó la boca.

¿Ahora qué hago? » Fan fic Fnaf «Donde viven las historias. Descúbrelo ahora