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Sasuke contempló las hojas de los árboles caerse y bailar con el viento poco a poco, sentado desde el borde de una banca, mientras se aseguraba que su bufanda color azul marino protegiera a la perfección su cuello de cualquier brisa otoñal. Claro que el otoño era su estación favorita del año, y por supuesto que le encantaba el hecho de saber que los árboles perdían poco a poco su color brillante para pintarse con tonos oscuros que no trajeran consigo los recuerdos del pasado. Porque Sasuke Uchiha odiaba la primavera desde siempre, desde el día que supo que estaba enamorado. Y aceptar que lo estaba fue un golpe demasiado bajo.

Ni siquiera podía explicar cómo fue que se enamoró de la chica de la que nunca creyó que lo haría. Solamente sucedió sin darse cuenta. Es decir, ella era tan diferente a él, que parecía un chiste mal contado que estuviese tan perdido por alguien que, hasta el día de ayer, no conocía su nombre.

Y eso le dolió. No lo admitiría porque hacerlo dañaría más su orgullo, pero lo había lastimado de verdad. Así que simplemente lo dejaría pasar, como todo lo que ocurría entorno a ella. Fingiría que no eran otra cosa más que simples compañeros de clase y unos desconocidos fuera del Instituto. Había funcionado hasta ahora y tendría que funcionar de nuevo.

Sasuke atrapó una de las hojas con su mano derecha. Arrugó el entrecejo y bufó con molestia, concentrado en cada detalle que ésta poseía, preguntándose cómo es que se podían formar tantas líneas diminutas en una simple hoja que ya estaba muerta. Evidentemente, era una especie de nerd que había ganado el tercer lugar en las olimpiadas de ciencias, de otra manera, nadie podría interesarse en algo así. Claro que, ni las ciencias eran tan maravillosas ni mucho menos eran su pasión, a diferencia de lo que todos podrían imaginar.

—Uchiha.

Embelesado, levantó la cabeza para encontrar frente a él a la mujer que tanto odiaba. La odiaba y la amaba al mismo tiempo. Esa molestia rubia que provocaba que pensara en hojas marchitas para evitar pensar en ella.

—Eres un idiota.

Parpadeó un poco para aclarar su vista. Honestamente, se le veía tan hermosa con el sol matutino iluminando a su espalda; y su cabello tan rubio se combinó con los rayos de forma perfecta, que le hacen creer por un momento que debe inclinarse ante una diosa. Y lo haría, y sería capaz de besarle los pies si ella se lo pidiera, porque sí, porque Sasuke es un idiota y un pervertido fetichista.

—Eres un idiota, Sasuke —ella repitió con más fuerza.

Pero él, además de orgulloso, también tiene dignidad.

—¿Qué?

—Eres un idiota si crees que por lo que pasó anoche dejaré de hablarte.

Y sin pedir permiso se sentó junto a él, cruzando las piernas. Sasuke, aunque lo intentó, no pudo evitar observar esa maldita falda subirse más de los cinco centímetros arriba de la rodilla, regalándole una vista amplia de sus bonitos muslos.

—Hm.

—Sasuke, quiero ser tu amiga. ¿Por qué no me puedes aceptar? —se acercó demasiado a él, ocasionando que el chico se pusiera alerta de inmediato cuando ella lo tocó una vez más por el brazo. No fue más que un acto inconsciente que la mano de Sasuke cayera sobre la pierna izquierda de la rubia. Él tragó saliva, luchando contra sus propios deseos, porque, ¿qué otra oportunidad tendría para volver a tocar las piernas de la joven que lo volvía tan loco? Luchó y luchó por separase, pero Yamanaka fue más rápida en juntarse a su cuerpo—. ¿Tan mala soy?

Sasuke la vio a los ojos, consternado.

—Sí, eres mala.

—¿Soy una chica muy mala? —hizo un puchero, contoneando los hombros de un lado a otro.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2022 ⏰

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