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Guantes: listos.

Delantal: listo.

Máscara de gas: lista.

Bañera: lista.

Las manos en alto como si estuviéramos a punto de hacer una cirugía: listas.

—Jakod, tráela —ordena Nikko, parado junto a mí en el baño.

La bebé parece venir flotando por la puerta

Bueno, en realidad no flota, es que Jakod la sostiene con los brazos extendidos hacia adelante como si fuera una bomba muy peligrosa. Y camina lento, dramático, tipo: «cuidado que aquí viene lo más tóxico que olerás en tu vida, puede matarte».

Ella, por supuesto, solo se chupa el puñito, mirando todo con sus enormes ojos de inocencia y sacudiendo sus piernas en el vacío.

No tiene ni idea de que tres personas sin ningún tipo de experiencia están a punto de batallar contra su popó.

No tiene ni idea de que tres personas nerviosas que se conocen desde hace una hora están cubiertas con delantales y máscaras de gas porque tienen miedo de vomitar.

—¿La pongo dentro de la bañera? —pregunta Jakod, otra vez, como si de una bomba se tratase.

—Sostenla de modo que el chorro del grifo apunte a su trasero —le indico—. Primero Nikko pasará papel sanitario por la popó para quitar el exceso y luego con el agua podrá quitarle el resto.

Jakod asiente y con cuidado se detiene frente a la bañera. Con más cuidado se agacha para mantener a la bebé con el trasero en dirección al grifo.

De verdad es como si creyera que ella va a explotar.

Bueno, yo también estoy asustada.

—Gente, no me volveré a bañar aquí, ¿okey? —comenta Jakod con un asco que sería chistoso de no ser porque no tengo idea de cómo va a salir todo.

—Limpiaremos muy bien después —asegura Nikko.

—Tú limpiarás después —le corrijo en plan «no hables en plural».

Aunque él de repente duda. A pesar de la máscara, veo que sus cejas están arqueadas con miedo y nervios, como si estuviera frente al mayor y más temible desafío de su vida.

—¿No podemos solo echar el agua? —duda.

—Se hará un desastre —niego rotundamente—. Debes usar el papel primero.

—Es que me da un poco de asco. —Nikko arruga la cara.

A mí también, pero decido ponerme seria porque siento que de lo contrario no actuará, y de seguro las máscaras de gas no nos van a proteger toda la vida del olor.

Además de que, aunque no sé nada de bebés, estoy segura de que mientras más pasa el tiempo más va a quemarse la piel de su trasero y queremos evitar eso.

—Nikko, es tu hermana, hazlo —le ordeno. Ni siquiera soy mandona, pero me siento así con esta actitud. Solo que estos dos chicos parecen el peor desastre del mundo.

—Piensa que es como cuando tienes un bebé en Los Sims... —le sugiere Jakod.

—En Los Sims no limpias la mierda así —contradice Nikko—. Además recuerdo que tú tuviste un bebé en Los Sims y los servicios sociales te lo quitaron cuatro días después.

—Mira, ese bebé fue un accidente y además yo estaba centrado en mis objetivos profesionales —Jakod se ofende—. No estaba listo, todavía era joven adulto.

El caos que somosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora