Cómo el arsénico...

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Éramos muy parecidos, teníamos en común lo peor
de nuestras personalidades, lo más oscuro de nosotros resaltaba cuando estabamos juntos.
Cuando nuestros corazones se unieron formaron una combinación muy tóxica
como el arsénico; éramos venenosos, letales como el bótox.

Nos amábamos pero nos matábamos al mismo tiempo, sabíamos que jamás íbamos a quedar juntos, pero también sabíamos que de alguna manera siempre íbamos a estar unidos.
Ahora cada quien está por su lado y tengo la certeza que nunca más volveremos a hablarnos, pero sé que aún me recuerdas, sé que cuando aparezco en tu memoria
algo dentro de ti te duele,
sé que me extrañas, puedo sentirlo cuando respiro,
y sé que tú percibes cómo mi garganta se cierra cada vez que escribo algo de ti.
Nos queremos y nos añoramos
de lejos, pero somos unos hijos de puta, sumamente tercos y orgullosos.

A todos nos pasaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora