Confianza ciega.

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Minnesota, Saint Paul.

Hana le miraba, irresoluta, su mísera presencia en una empresa de prestigio como Sohyerz Technology quizá fuese desconcertante para el resto. Se quedarían perplejos cuando descubran que ingresó sin siquiera haberse esforzado ni un poco, sólo por tener el privilegio de ser mejor amiga del cónyuge del CEO contaban con ella dentro. No pudo reprimirse a gritar de emoción porque a partir de ahora ganaría un sueldazo, remeciendo la mesa de palisandro al impactar sus manos, sin cuidado, sobre la superficie donde las tazas con té negro yacían rebalsando, provocando que se desbordara el líquido directo a los platillos; y su avaricia fue demasiado ostensible que olvidó la vergüenza que significaba haber entrado a trabajar de esa forma tan descarada, algo tan aborrecido por la sociedad y que, lamentablemente, sigue en pie.

"¡Sí, acepto el trabajo!", accedió eufórica ante el fausto ofrecimiento. Emitió un chillido reteniendo las ganas de brincar en su mismo sitio. "¿Cuándo inicio?".

"Pasado mañana, querida amiga", le respondió Soyeon encogida de hombros, sorprendida por el impulso instintivo de Hana en este venturoso día. "No te vayas a mortificar por el alojamiento, puedes quedarte en mi departamento temporalmente. Está vacío por mi estadía en Minnesota, así que cuídalo bien".

"De eso no tienes que preocuparte. Soy responsable, mantendré el lugar tal como me lo entregaste", prometió.

La castaña asió el recipiente desde el aza, elevándolo a la altura de su boca y le dio un sorbo al té. Soyeon imitó su acto, ella bebió el contenido con avidez en tragos rápidos, que logró acabarlo en un parpadeo. Por el contrario, a Hana le faltaba más de la mitad para terminarlo, era más pacienciosa y de un paladar exigente que le obligaba a deleitarse primero en vez de consumir sin tomarse la molestia de disfrutar. Ambas reacomodaron las tazas sobre la mesa, y Hana, en un tono dubitativo, dijo:

"¿Crees que mis hijos se enfaden conmigo por el tiempo limitado que tendré para ellos?". Se masajeó la sien con sus dedos en un intento de laxar cualquier tensión a la que haya sido sucumbida.

"No, claro que no. Sólo debes hacerles comprender los motivos de tu repentino viaje, recálcales que irás por cuestión de trabajo. Eso sí, procura contactarte con ellos seguido, llámalos o simplemente envíales un mensaje", aconsejó Soyeon.

Hana hizo un asentimiento con la cabeza en agradecimiento por el apoyo de su mejor amiga.

El aroma que desprendían los rollos de canela eclipsaba el ambiente rústico, cuyo aspecto resultaba galano. Las féminas agarraron uno, y no tardaron en llevárselo a la boca, hambrientas; al probarlo quedaron satisfechas por el sabor, sin duda aquel local donde los compraron elaboraba unos postres de maravilla.

Hana también necesitaba ayuda con su hijo menor de 7 años, Daeho; buscar a alguien de confianza que pudiese cuidarlo mientras ella esté en New York, su niño no podría quedarse solo en la casa, por precaución era mejor que alguien esté al pendiente de sus actos, o por lo menos durante el tiempo que Taehyung esté en la universidad.

"Tengo un problema... no tengo con quien dejar a mi pequeño, y descarto la idea de encargárselo a un vecino, me sacarán los ojos al cobrarme", masculló Hana.

"No, nada de vecinos, amiga", formuló Soyeon, cubriéndose la boca por la masticación, con el brazo aun sujetando el rollo de canela. "Olvídate de eso, yo conozco a un excelente niñero, él cuidó a mi pequeño Jihoon, incluso preparaba sus comidas del día. ¿Qué te parece si le consulto si está disponible para cuidar a tu hijo?".

"Me parece estupendo; de la que me estás salvando, Soyeon. Eres un ángel". Le dio un último mordisco al rollo para terminarlo.

"No es nada, yo te salvaría una y mil veces porque te quiero. Después de todo, eres mi mejor amiga".

Hana puso su mano sobre la contraria, despacio, denotando afecto hacia la mujer de cabello tan oscuro como el cielo nocturno; una corriente eléctrica recorrió toda la espina dorsal de la castaña. Hicieron contacto visual sin siquiera solicitarlo, la compañía de la otra era reconfortante, les aseguraba que todo estaría bien mientras se tenían mutuamente, apoyándose en las buenas y malas. Estaban tan ensimismadas en su propio mundo que por un momento el exterior careció de importancia.

El pitido producido por un silbado les golpeó en la cara; provino de un vecino cruzando la pista junto a un par de niños que iban a paso acelerado, tan ajenos a la situación, pero perfectos para irrumpir.

"Bueno, eh, como te decía... si deseas puedo timbrarle ahora mismo".

"¿A quién?".

"Al niñero, boba".

"Oh, claro, llámalo de una vez". Hana se rascó la nuca entorpecida.

Soyeon se levantó de la mesa con rapidez, se yuxtapuso al sofá y buscó el contacto del niñero en su celular hábilmente; Hana le observaba en silencio, esperando a que el muchacho esté disponible para comenzar a cuidar de su hijo pasado mañana. La pelinegra le marcó y en seguida la llamada fue descolgada, su boca se curvó en una sonrisa sutil.

"Buenos días, señora Jeon, ¿qué puedo ofrecerle?". Su voz se oyó serena. Con facilidad, se pudo percibir el sosiego en él.

"¿Estás libre esta semana y el próximo mes, Jungkook?", consultó Soyeon.

"Sí, excepto este lunes y martes. ¿A qué se debe su pregunta?", indagó Jungkook.

"Una amiga está interesada en tus servicios, y desea contratarte", explicó.

Por un instante, cubrió el micrófono del dispositivo utilizando su mano para realizar una consulta a su amiga.

"Oye, Hana, ¿le puedo dar tu número?", le susurró con la clara intención de no ser audible desde la otra línea momentáneamente. Le hizo gestos para que sea más entendible, que fueron más cómicos.

"Sí, dáselo". Hana usó el mismo tono bajo de ella, mientras le hacía un ademán para que retomara la conversación con el chico. Se acomodó el cabello de lado y soltó un suspiro.

Soyeon destapó el micrófono, segura.

"Te daré su número para que acuerden en privado y, además, le des más información acerca de tu método de trabajo".

"Está bien, señora".

Entonces, le empezó a dictar el número de Hana a un ritmo pausado para que pueda anotar correctamente cada dígito en un pedazo papel, libreta o en el mismo bloc de notas que incluye el celular.

salvatore › taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora