Capítulo 1

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Según las antiguas leyendas se dice que a cada humano con un futuro prometedor se le asignaba un guardián, un "ángel". Con el pasar del tiempo eso se fué olvidando, sin embargo ellos a pesar de no ser tan reconocidos como antes aun mantenían su labor de protectores...

—Cada vez más de nuestros compañeros están desapareciendo... —comentó un poco preocupado el peliazul mientras caminaba entre la gente acompañado de su compañera. —Y ahora me toca estar al lado de una niña de este distrito...

—No te desanimes, si logras que ella triunfe en su vida, podrás dejar de hacer este trabajo tan tedioso! —comentó la más baja tratando de animar a su compañero. Sacó una pequeña lista, revisando los nombres que habían en ella. —Según la información la niña se llama Ume, parece que no cuenta con un apellido... y viendo la vivienda... parece que te han dado un trabajo complicado amigo jaja... —el silencio incómodo apareció luego de decir eso, habían llegado a la casa que estaba en mal estado. Con un ligero chasquido su presencia se ocultó de la vista humana y entraron a la residencia.

El olor a podrido invadió sus fosas nasales, realmente todo ahí dentro estaba en malas condiciones, ¿cómo podían vivir ahí? sin tomar importancia a eso se acercaron a la pequeña bebé recien nacida. —Te daré tiempo para que veas bien a la niña, saldré un momento. —De un salto la chica salió por la ventana y se fue a caminar por la calles.

—ay casi lo olvido! —chasqueó sus dedos haciendo su presencia visible nuevamente. Recorrió las calles curiosa de ver lo que había, aunque en un inicio no le agradaba la idea de estar en el distrito rojo luego cambiaría de opinión cuando su compañero y maestro le propuso la idea de poder tener a un niño bajo su protección nuevamente. Habían pasado unos años desde que lo había hecho, además de no saber la causa de porqué le quitaron ese cargo, pero ahora lo podría volver a tener.

Al doblar por un callejón se topo con un grupo de niñas que estaban apedreando a lo que parecía ser un niño. —¡Oigan que creen que hacen! Dejenlo en paz! —me acerqué poniendome delate de ese extraño niño, veía como las niñas se alejaban murmurando cosas. Al darme vuelta para ver al pequeño este ya se había escapado así que regresé a la casa en donde estaba mi compañero. —¿Terminaste de conocer a tu protegida Gael? —Dije con un tono alegre estando apoyada en el marco de la puerta.

—Si... tenías razón, será algo complicado cuidar de esta niña sin contar que también tiene un hermano. —Dejando de vuelta a la niña en esa cama improvisada que había hecho con unas telas se puso de pie y se dirgió a la puerta, su expresión parecia algo cansada. —Vayamos al templo, necesito dormir un poco... —Salieron de la casa y se alejaron de ahí con paso lento.

—Si me lo permites, ¿puedo regresar en la noche? supe que aquí se ven demonios... —Preguntó con algo de nervios pensando que recibiría una negativa. Pero su sorpresa fue al tener una positiva para regresar.

—Sé que te interesan esos extraños demonios desde que informaron de su existencia, así que no estaría mal investigar un poco más, pero ten cuidado y no vayas a causar ningún desastre! —Sus palabras que parecían severas eran más de preocupación por su pequeña compañera.

La noche cayó, las calles se iluminaron con faroles y lámparas coloridas pero en su mayoría destellaban un tono rojo. En su recorrido se detenía por algunos puestos de comida, pero sin comprar nada solo para ver los interesantes aperitivos que los humanos podían hacer. Sin embargo su objetivo principal aún no se hacia presente, sin rastro alguno siguió caminando entre la multitud.

—¿Está perdida señorita~? —la voz de un hombre se escuchó detrás de ella, como si estuviera muy cerca de su oreja. Una sensación de frío recorrió el cuerpo de la chica, la cercanía la había tomado desprevenida sin embargo lo que la tensó fue la voz, esa voz le resultó conocida de algún lado.

Fénix (Gyutaro x Lectora)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora