Por lo que pude ver, está escuela era católica, hicimos dos oraciones y me dispuse a seguir a los que eran mis compañeros de curso, hablaban entre ellos y yo solo seguía a Millie.
Subí las escaleras y llegué al último salón del segundo piso, me hice en el segundo asiento de la primera fila sumamente nerviosa, aunque solo tuviera 12 años, esto se me hacía complicado y el hecho de estar con personas que no conocía me ponía la piel de gallina, agarré mi pequeño Alcatel y dispuse a verme en el reflejo de la pantalla, arreglé mi rizado cabello y el cuello se mi camisa, escuché murmullos y ví una silueta aproximadamente de 1.74 acercarse a mí.
-Hola, ¿Cómo se llama?. -me preguntó un moreno.
-Mary, ¿Y usted?. -dije mirándolo y sonriendo con los nervios y emoción, al fin alguien me habla.
-Joseph.
Desde ahí empecé una conversación con él, era agradable pero tenía cierta sospecha de que fuera homosexual, no digo que tenga algo de malo, simplemente que había tenido un mal encuentro con una persona que se hacía llamar homosexual en el pasado, anhelo no estar en problemas con él.
-Usted es la menor del salón, ¿Por qué llegó aquí, a este colegio?. -demandó mirándome.
Sentía que el era de confianza, sin embargo, admito que soy ingenua y que puedo estar equivocada, aunque quería hacerlo y necesitaba.
-A mí me gustaba un chico en la escuela pasada, se llamaba Alexander, jamás le dije nada, pero era lógico que lo sabía, tenía conocimiento de que lo sabía, aún así no me importaba, era mi mejor amigo. Un día me dijo nervioso que el era gay, y yo ni siquiera me llegué a enojar, al contrario, me emocioné de que tuviera la confianza de decírmelo aún sabiendo mis sentimientos, sabía que era algo que para el, de familia cristiana, era muy mal visto, desde ahí lo apoyé siempre. Su madre era profesora de primaria del colegio, el cuál también era cristiano. Solíamos escribirnos y el me mandaba fotos de él vestido de mujer y con filtros de chica con labial y peluca. Un día, jugando verdad o reto virtualmente, escogí reto y el me escribió: "te reto a que me mandes foto de ti con la falda puesta, así me la prestarás y sabré cómo usarla", yo empecé a decir que no porque mi madre me revisaba el teléfono y podría verlo mal, además no quería mandar fotos de mí a el, no por desconfianza, solo no me gustaba. El dijo que entonces de un short y ante su insistencia yo se las mandé.
Se sentía bien contarle, me escuchaba y parecía entenderle y sorprenderle un poco; con seguridad le seguí contando.
-A los pocos días mi madre había revisado mi teléfono, se había dado cuenta de lo que me pedía y de lo que le mandaba. Obviamente me castigó y fue a hablar con el. Su madre y madrina eran profesoras de la escuela, y era el niño bonito para la directora ya que lo había visto desde bebé, la noticia de que era gay fue desconcertante, pero lo admitió entre llanto y nerviosismo mientras se aferraba a su mamá intentando excusarse por su comportamiento. Sin embargo se enteraron que Alexander mandaba mis fotos a un chico de mi salón al cual le gustaba y yo había rechazado. Recuerdo muy bien que Alex había salido a la segunda hora de las cuatro que se ven antes del recreo, pero volvió dos horas después del recreo, seguramente fue una charla larga y por su cara y ojos rojos e hinchados, el había sufrido, me daba pena en cierta parte pero... Mandó mis fotos, en short, en top, me sentía mal. Una semana después de los hechos todos los profesores me hablaban mal, me humillaban, no con insultos, pero lo hacían, era un infierno y decidí salir de allí.
-Uy, marica. -dije expresando sorpresa y algo de lástima, sus palabras me hicieron reír levemente, sabría que iba a ser alguien en quien podría confiar.
-Ya está, no me afecta, vine aquí a tener un trato diferente.
Las horas fueron pasando y se hicieron actividades para conocernos entre todos, entre ellas, una era bailar, a mí me tocó con un chico llamado Keynner. Era bajo, algo regordete y de pelo levemente largo, sin embargo era un caballerito. Sentí una mirada y voltee a mirar a una compañera mía, al ver que sentí su acechaba con la mirada rodó los ojos como si fueran a salirse y siguió bailando.
Ay no...
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Mi Más Corto "Para Siempre".
Non-FictionNo, ya no la amo, lo solía hacer como si fuera una demente y juré que lo haría para siempre, pero la llama del amor se apagó y en sus brazos me fui congelando, no me permitiría a mí misma morir de congelamiento.