Al atardecer Chloe informó que debía marcharse, pues si no llegaba pronto su padre se preocuparía y saldría en su búsqueda, y si se enteraba que había entrado al castillo la mataría.
—me gustaría volver a verla señorita, su compañía ha sido de lo más agradable— comentó algo reacio a dejarla marchar, había sido agradable conversar con ella y temía no volverla a ver.
— también a mí me ha resultado agradable su compañía— respondió tímidamente.
— si me lo permite Chloe, me gustaría invitarla a dar un paseo por los jardines mañana por la tarde— la muchacha acepto encantada, realmente le apetecía cover a conversar con él.
Y así fue, Chloe volvió al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente del siguiente, y así día tras día, pronto ambos se volvieron buenos amigos. Cada tarde, luego de que Chloe llegará, pasaban horas y horas conversando sobre cualquier tema que se les viniera a la mente, pero había una pregunta que rondaba una y otra vez por la cabeza de la muchacha, ¿Por qué Egan no salía del palacio?, Sabía, por boca de él, que nunca había salido, pero nunca le había contado la razón, y un día su curiosidad la venció.
— ¿Por qué nunca has salido?— preguntó.
Lo que ella no sabía es que Egan ocultaba un gran secreto.
—créeme Chloe, no te agradaría saberlo— respondió sin mirarla.
—¿Por qué dices eso?— volvió a preguntar.
— no lo entenderías— murmuró.
— quizás si me lo explicas— insistió.
— ¡No quiero hablar de eso ¿No lo entiendes?!— explotó sobresaltándola.
—yo... Lo siento, no pretendía hacerte enfadar— respondió algo asustada, desde que lo conocía jamás la había tratado así, siempre había sido muy agradable y amable.
— Chloe... — él había notado la reacción de su amiga.
— ya es tarde, debo irme — se apresuró a decir ella.
— Chloe, yo... lo...— intentó disculparse.
- no te preocupes, entendí, no soy quién para inmiscuirme en tus asuntos- no estaba enojada, pero si dolida, pensó que había más confianza entre ellos.
-no Chloe...- pero ella lo interrumpió.
- Adiós Egan- y sin darle tiempo a responder se marchó de allí.
-¡Chloe!- llamó él, pero ella ya no estaba.
Esa tarde cuando Egan entró al palacio su madre lo noto diferente, desde que había conocido a esa muchacha cada tarde volvía con una radiante sonrisa en su rostro. Pero esa sonrisa ya no adornaba su cara, su expresión era de tristeza y culpa.
- ¿Qué ha pasado hijo?- preguntó preocupada.
Mientras él le relataba su pesar ella no pudo evitar analizar detenidamente sus expresiones, hacía ya un tiempo sospechaba que su hijo estaba comenzando a sentir algo por la agraciada muchachita que lo visitaba cada tarde. El pensar en eso le provocaba una gran dicha, pues lo notaba más feliz.
-deberías intentar ser sincero con ella- aconsejó.
- me odiaría- respondió apesadumbrado.
- ¿La quieres?- preguntó, recibiendo como respuesta solo un tímido asentimiento. -Si realmente es así deberías decírselo, no temas a lo que eres, no dejes que el miedo al rechazo te impida ser feliz-.
Al anochecer alguien golpeó la puerta de Chloe, y uno de los trabajadores del castillo le hizo entrega de una hermosa rosa azul acompañada de un sobre, el cual contenía una esquela, escrita de puño y letra por el mismísimo Egan.
"Estimada Chloe, lamentó profundamente mi comportamiento de esta tarde, espero puedas disculparme.
Si aun estas dispuesta a ser mi amiga te espero mañana en nuestro lugar de siempre, estoy dispuesto a responder, con entera franqueza, cualquier pregunta que quieras hacerme.
De no ser así lo entenderé y aceptaré tu decisión.
Me despido con profundo cariño y esperando volver a verte.
Egan"
Una pequeña sonrisa se instauró en su rostro al leerla, ese era el Egan que ella conocía.
- ¿Quién te ha enviado tan bella flor?- preguntó su padre al verla aspirar su aroma con tanta ilusión.
-un amigo- respondió escuetamente antes de huir hacia su habitación.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
