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No entendía como podía considerarse a si mismo un monstruo, era el joven más educado, caballero y dulce que había conocido, siempre la había tratado como una igual, a diferencia de los hombres de la aldea, quienes, por el simple hecho de ser mujer, la consideraban un ser inferior. Además de ser un hombre increíblemente inteligente, con el  que se podía hablar de cualquier tema. A sus ojos, Egan era un hombre maravilloso, diferente, sí, pero maravilloso y este nuevo descubrimiento no iba a cambiar la imagen que tenía de él. 

-No eres un monstruo, no vuelvas a decir algo así, porque no es cierto, eres diferente, sí, pero diferente no es sinónimo de malo, todos somos diferentes a nuestra manera, y es eso lo que nos hace únicos e irrepetibles, y lo que acabas de contarme no va a cambiar en nada la imagen que ti, para mi sigues siendo el mismo Egan que conocí el día que entré por primera vez- el joven se quedó completamente estupefacto, durante la noche anterior no había logrado conciliar el sueño imaginando mil situaciones para este momento, pensando en todas las formas en las cuales podía llegar a terminar aquella conversación, las cuales iban desde ella huyendo de él, hasta ella gritándole en la cara que era  un monstruo y que no quería volver a verlo jamás pero nunca, nunca imaginó que ella lo aceptaría tal cual era, y menos que le diría tan bellas palabras. Una lágrima traicionera surcó la mejilla del muchacho, sus dulces palabras habían llegado hasta lo más profundo de su ser, logrando que por primera vez en su vida se sintiera bien con quién era. 

Chloe sonrió con ternura mientras con una suave caricia quitaba una pequeña lágrima de la mejilla del joven, causando en ambos un fuerte sonrojo. Él correspondió a su sonrisa mientras tomaba su mano, y sin despegar la mirada de su compañera la llevaba hasta sus labios para dejar sobre sus nudillos un suave beso.

-Fuiste imprudente al mandar esa rosa ayer por la noche, mi padre ha empezado a hacer preguntas- su voz sonó como un nervioso susurro - Le he dicho que somos amigos, pero me temo que no me ha creído, y se ha hecho una idea errónea sobre nosotros- explicó ella. 

-¿Qué clase de idea errónea?- él no veía nada de malo en su accionar.

-Sé que no lo has hecho con esa intención, pero que un muchacho le obsequie una flor a una chica significa que... bueno... él... está...- sus mejillas volvieron a colorearse de solo pensar en eso, él pareció entenderlo, ya que sus mejillas también se volvieron color carmesí. 

-Intentando cortejarla- completó él, Chloe simplemente asintió. 

Un silencio un tanto incomodo se instauró entre ambos, cada uno se encontraba perdido en sus pensamientos. Hasta que él pareció reaccionar, la observó detenidamente, su mirada parecía estar fija en los rosales, pero él sabía que no era así, la conocía lo suficiente como para notar que se hallaba perdida en un recóndito lugar de su mente, al punto de no haberse percatado de que él aún sostenía su mano, se veía tan hermosa, tan dulce e inocente, ante sus ojos ella era la representación física de la perfección.    

- ¿Y si así fuera?- preguntó él en un arranque de valentía. 

-¿Qué?- ello lo volteó a ver sorprendida, no se esperaba tal declaración de su parte, no porque no sintiera nada por él, sino porque no esperaba que él sintiera algo por ella.

-¿Qué pasaría si yo intentara cortejarte? ¿me lo permitirías? ¿tendría oportunidad de ganarme tu cariño?- el corazón de Chloe dio un vuelco ante tal declaración, no sabía que responder, nunca se había encontrado en una situación así, quería decirle todo lo que sentía, todo lo que causaba en ella su sola presencia, pero las palabras no salían de sus labios y su silencio fue malinterpretado por Egan - Entiendo, lo lamento, no debería haber dicho nada, solo...  solo olvídalo- al ver la tristeza bañando la mirada del chico el corazón de Chloe se estrujó, si no decía algo pronto realmente lo lastimaría mucho, no quería perderlo 

- Egan, no quiero olvidarlo, no puedo...- él iba a hablar, pero ella lo interrumpió- no necesitas hacer nada para ganarte mi afecto, porque ya lo tienes- el joven la miró sorprendido, ya había asumido que sería rechazado 

-¿Entonces me permitirías cortejarte?- preguntó  esperanzado, recibiendo un tímido asentimiento de parte de la chica.

Egan nunca había sentido tanta dicha, nunca esperó ser correspondido por Chloe, pero lo que más felicidad le causaba era el que ella lo aceptara tal cual era, ya no tenía que ocultarse ante ella, ya no debía mentir. Sin embargo, nada dura para siempre.

 Sin embargo, nada dura para siempre

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Egan #PGP2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora