16 por siempre

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Me vi tirado ahí con las pastillas dispersas por el piso, siento horror de la decisión que tomé, toco mi cuerpo y no siento nada, soy un ente intangible que atraviesa la cubierta de esta pobre alma que alguna vez la sostuvo, no siento dolor, ¿qué hago?, mis padres regresarán luego y encontrarán mi cadáver ahí, hasta para mí es difícil verlo, como no pensé antes de actuar. Mis pensamientos han sido muy traicioneros este último tiempo, y todo empeoraba cada segundo que pasaba, escuchaba todo lo que me rodeaba con una intensidad indescriptible, lloré mucho, porque muchos credos tratan de describir la vida después de la muerte, historia tras historia, divinidad tras divinidad, los ruidos del reloj de aquella habitación me atormentaban de muchas formas, solo un sonido paralizó aquel caos.

-Toma, no la pierdas- me dijo una niña que lucía como de cinco años, no sabía quién era, no tenía ni la menor idea de cómo llegó a mi casa -Dime una cosa- le contesté mirando su cara para ver si lograba reconocerla –¿por qué me das esta vela tan pequeña?- le pregunté mientras se la recibía.

-No me digas que pensabas que los muertos eran como esos ridículos angelitos que llevan pintando desde el renacimiento- me dijo riéndose muy fuerte.

-No, no, pero, sé que me maté, y que ese es mi cuerpo- le contesté.

-Lo sé, solo cumplo con mi deber, ya te entregué la vela que estaba en el suelo, tranquilo no quemarás nada, solo evita que se apague- me contestó sonriendo.

-Pero oye espérame por favor, qué se supone que haga al respecto?- le pregunté asustado, solo me miró y se fue atravesando la puerta de mi casa, yo por dentro seguía muy tenso, la vela no era como otras que solía tocar, no se derretía, mis papás ya estaban tardando mucho, salí al patio y mi perro me ladró muchísimo, mi gato me miraba con sus enormes ojos, pero Polo estaba como mordiéndome, no me dolía nada, pero si él podía verme, significa que siempre ha visto muertos.

En ese momento asimilando que ya estaba muerto, en aquellos años. Pasaron horas y mis padres aún no llegaban, el teléfono comenzó a sonar, no pude sostenerlo, fueron esfuerzos inútiles, tenía la esperanza de que aún podía manipularlo, si así es morir, es bastante aburrido, creía en ese momento, nunca imaginé lo que me pasaría después.

Decidido, solo por rebeldía, lo hice y logré salir de mi casa, ya no sentía nada, al parecer siempre estuve muerto, tenía curiosidad, más que miedo, es algo que no sé explicar y hasta el día de hoy sigo sin entender, pero algo extraño pasó, encontré delante de mí a dos tipos, usaban una camisa negra, pantalón y zapatos del mismo color, una línea blanca se extendía en el diseño de su prenda entre su pecho y su abdomen, eran calvos, me miraron y me comenzaron a hacer preguntas.

-¿Cuándo te moriste?- me dijeron directamente acercándose a mí, veía gente pasar a su lado, pero nadie se percataba de su presencia, por lo visto estábamos en igualdad de condiciones.

-No te conozco, déjame pasar- les dije enfadado.

-Te faltan unos días, después probablemente nos veamos, anda con cuidado y no confíes en nadie, soluciona tus cosas- me dijeron mientras se disipaban ante mí.

No entendí bien a que se referían en ese momento, no querían quitarme la vela, al menos eso creí, había un pequeño haz de luz en su punta, pero no entendía porque, tampoco sabía en ese momento lo necesaria que era.

Fue súper extraño presenciar mi propio funeral, mi madre lloraba desconsoladamente, fue buena idea no quedarme ahí y presenciar cuando me encontraran muerto, mi hermana junto a mis compañeros del liceo dieron varios discursos, y después cuando me llevaron al cementerio, pude verlo de otra forma, y encontré a personas sentadas en algunas tumbas.

La vela casi se me olvida en la parroquia, una anciana me habló y me dijo –bienvenido- junto a otros, lo extraño es que algunos cargaban velas igual que yo, pero más iluminadas otros menos y así, también había otros que no la tenían. Me quedé durante toda la ceremonia, dieron unos cuantos discursos, cantaron una que otra canción, y así como casi siempre, todos se retiraron a sus hogares. De pronto la vela comenzó a aumentar de tamaño en la flama, solo por curiosidad comencé a pasar mis dedos sobre ella, no me quemaba, para nada, todo lo contrario era muy fría.

-De seguro ahí iniciaste todo, el primer paso se da cuando se cumplen dos o tres condiciones, si se cumplen una todas da igual, pero una es suficiente- me dijo una voz que escuchaba, era una tipa de mi misma edad, la nada grita – ¿te suicidaste?- me preguntó sin yo decirle nada aún.

Yo muy nervioso, le contesté la verdad, repentinamente me golpeo el estómago, ese dolor lo sentí muy bien, pero me dolió –¡Como tan imbécil!- me dijo ella después de eso mientras la miraba desde el suelo -así nunca vas a migrar- me dijo.

Le supliqué que por favor me explicara, no entendía nada de lo que pasaba, estaba súper confundido, y me dijo los tres pasos para morir , antes de ello me advirtió

-Si es un suicidio es más complicado Tomás, esperaba que te hubieras enfermado o algo así, te va ser muy difícil migrar- insistía ella.

-Necesito que por favor me expliques- le decía yo sin entender nada.

-Hay tres pasos que cumplir para poder migrar arriba, no basta solo con morir- me explicaba.

-Entonces este es el limbo algo así- le respondí.

-No, hombre, es algo peor, es el tránsito- me dijo y yo sin entender al parecer lo evidencié hasta en mi cara –Escúchame Tomás, tu estas muerto, tu funeral fue hace un par de horas, y si tu vela tiene más llama es porque estás enterrado en un cementerio, te hicieron una misa o tu mamá prendió una vela con tu foto en su casa- deducía ella.

-¿Esa vela que se enciende por ocho días verdad?- le pregunté recordando que mi mamá lo hizo cuando falleció mi abuelo, estaba súper enfermo.

-Sí, con que se cumpla uno de esos requisitos tienes realizado el primer paso, si eres ateo ningún ritual hace efecto, probablemente solo si te sepultan o prenden la vela esta se enciende, ignora un poco el tema de la misa, solo actúa como una alerta para los tuyos que ya partieron, si tu abuelo está muerto, probablemente le avisaron, pero solo eso- me explicaba –Durante los ocho días desde que cumples el primer paso tienes derecho a protección de los guardaespaldas-.

-¿Guardaespaldas?- le pregunté sin entender.

-Son los tipos de negro, te dirán que no confíes en nadie, tranquilo, mi muerte está más propensa que la tuya a no cumplir los pasos y no te quitaré la vela que te dieron a ti, ellos van a protegerte de los ladrones por estos días, van a querer quitártela- me dijo.

-Pero que sigue después, supongo que me lo dirás- intuí.

-El segundo paso se cumple cuando ya llevas un año muerto, no debes salir del cementerio en ese tiempo, porque ya no van a protegerte los guarda espaldas, la vela va aumentar su flama, así como veías al entrar, si eso se cumple con el otro paso que te dije cuando el duelo de tu familia pase migraras de este mundo, mientras uno o más pasos te falten y si tu mamá sabiendo que te mataste no supera el duelo y no te deja ir, estarás estancado- me advirtió.

-¿Y tú de que moriste?- le pregunté después de entender todo.

-Mi cuerpo no lo van a encontrar nunca, nunca podré tener una sepultura digna, a mí un hijo de perra me descuartizó, mi cuerpo lo tiró al mar, pero los policías no están cerca de encontrarme, llevo años acá esperando, mi mamá superará el duelo algún día, pero.., sin mi sepultura y si no enciende la vela, estaré atrapada acá para siempre, nadie piensa en quitarme la vela, porque saben que es un crimen muy difícil de resolver, por eso me enojé contigo cuando supe que te suicidaste, es muy difícil superar algo así cuando un familiar o amigo decide matarse, estarás estancado hasta que tu madre lo supere- me explicó –para los ladrones yo no significo nada, por eso da igual si salgo de un cementerio, paso de uno y otro, vagando entre las ciudades, nunca terminaré de morir, sigo desaparecida- después de que me dijo eso, se fue.

Al parecer tenía razón, mi madre ya es una anciana, tengo para mucho tiempo aquí, supongo que es mi castigo por atentar contra mi propia vida, sigo luciendo como un tipo de dieseis años, mi ante pasado se cansó de esperarme, si mamá fallece sin superar mi muerte, sin dejarme ir, estoy frito, lo peor es que aunque lo haga perdí mi vela, y si vienen a buscarnos no tendré ningún tipo de llave al más allá, jamás podré migrar, me estresé tanto encerrado en el cementerio ahí en el parque que no seguí el consejo de Natalia, así se llama la víctima del descuartizador ese, tengo miedo, los guarda espaldas me torturan al ver que no tengo vela, me someten, me golpean, no van a ayudarme a migrar si no la tengo, han pasado muchos años, y si mi mamá fallece sin superar mi muerte aunque me robe una vela seguiré aquí, por eso no te la robaré, puedes confiar en mí.

Tres pasos para morirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora