¿Quieres saber que hago para divertirme?, esa es una interesante pregunta, no suelo vagar por el mundo como lo hace esa tal Natalia, tal vez unas décadas más lo haga, ahora todo es guerra, protesta y andan con la mitad de la cara tapada, uno ya muerto no debe comer ni preocuparse por nadie, me envidiarían mis amigos que deben pagar cuentas, sobrevivir, cuidar hijos, eso no es vida, la verdad si llegara a migrar me dolería nunca más pisar el mar y no ver los eternos atardeceres, eso si sería un infierno.
Muerto el tiempo fluye de una forma diferente, de no ser por los relojes tapizados en todas partes no notaría como transcurre ¿Qué cosa hago para divertirme? Bueno una vez intentaron expulsarme de una casa, disfrutaba ver como la adolescente que vivía en ella lo hacia con tipos diferentes cada semana, los padres, eran, más bien parecian ser, buenos cristianos y honestos ciudadanos, ejemplares en posición de alcalde uno de ellos, no se imaginaba como su hija era en realidad, esta generación es más atrevida.
Aquella vez, estuve por mucho tiempo observándola, ella fingía ser alguien más por sus redes sociales, no la culpo, la controlaban demasiado. Extorsionaba muchachos, pero después comenzó todo a cambiar, hace un tiempo llegó aquel virus, todos estaban encerrados en sus casas, fue increíble, me sentí libre desde ahí, los animales salían a caminar por las sendas y bosques, pumas venían sin temor alguno a las urbes que apagaron muchas de sus luces tras un toque de queda. Me quedé en su casa, pero los ruidos otra vez cada media noche, como hace años cuando me maté, sentía vibrar sus corazones, cuesta mucho acostumbrarse a escuchar como muerto, nunca sentí emociones ajenas con tanta intensidad. La diversión se acabó así que comencé a interactuar con la casa, hasta que por fin las vibraciones de su estrés las sentí tanto que me corté con papel. No sangré, pero la luz que salió hizo que algunas cosas se cayeran, como pelotas saltarinas revotaba por todas partes.
Desde esa vez comencé a descontrolarme, además cuando no estaba dentro de un cementerio las luces se alborotaban más y los guardias me perseguían, aprendí a luchar contra ellos y les robé un lápiz, nunca más me buscaron quizás eso me alteró todo porque la verdad ya nunca pude ver a la muchacha mientras se vestía. Cada vez los golpes me dolían menos y destruyeron la vela, desde ahí esos ruidos me ponían nervioso y mis gritos hacían que en la casa se escucharan ruidos, comenzaba a llorar de la nada, fueron dos años horribles.
-Somos cristianos, no debería pasarnos esto- los escuchaba protestar, noche tras noche, como si eso los hiciera mejores que yo. Temblaba y temblaba, pero era tan orgulloso que decidí quedarme, no quería estar sentado en mi tumba y ver como las flores se Marchitan.
Con el tiempo enloquecía con más facilidad, llegué a un punto en la que esa sexy muchacha escuchaba mi grito. Por internet, que al parecer se usa para todo encontraron a alguien que supuestamente me sacaría de su casa, pero yo quería seguir ahí me sentía como dentro de un programa de televisión, no pude volver a tener sexo, esa es una de las cosas que me duele de estar muerto, ver a esa chica me mantenía loco, pero esos idiotas destruyeron la vela que la niña me entregó el día de mi muerte, no le tomé el peso hasta que la perdí. Pero.... Las cosas se arreglaron cuando llegó aquella persona, detrás de ella había un niño pequeño que me saludó. Muy sorprendido le dije -¡Puedes verme!-, pero el susurraba al oído de esa mujer a la que seguía.
El niño me ignoraba, yo quería saber que iba a ocurrir conmigo, intenté golpearlo pero de la nada me hizo una llave, dijo mi nombre completo y luego me lanzó al suelo -Una sucia alma en pena, otro caso perdido, los rebeldes no aprenden- me dijo.
Cuando dijo eso me sentí horrible, me hizo recordar a las profesoras de mi liceo, siempre con su fe aquí y su fe allá, era increíble, peleaba con un niño pequeño, casi cuarentón con cuerpo de dieciséis enfrentando a un bajito, en medio de eso, le robé una libreta, él no lo notó, por un momento todo se silenció, ya no veía a nadie dentro de la casa, el niño no estaba, su libreta seguía en mis manos, y de la nada muchos cuervos comenzaron a rodearme, me empujaban muy fuerte, no pensé que fuera posible tener heridas, pero así fue, no podía atravesar la puerta, después alguien me gritó de lejos para ofrecerme su ayuda, me dio su consejo. Al acercarse, escondí la libreta que me robé y noté que tenía una pluma de cuervo en mis manos, después de ocultarlas rápidamente, este hombre se acercó.
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Tres pasos para morir
ParanormalneTras su suicidio para supuestamente aliviar sus problemas, nada sale como lo planeó, y la espera para un anhelado descanso solo hace que se arrepienta de su decisión.