Todo por la misión Strix.

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Anya se había ido a dormir temprano después de terminar su tarea.

Loid parecía complacido por la actitud de su hija ese día, sin embargo, poco le duró ese sentimiento. Su mente se terminó desviando hacia el tema que le tenía preocupado: Su asunto con Yor.

Miró de reojo a su esposa, ella estaba terminando de lavar los platos, mientras él limpiaba la mesa.

Recordó la primera cita que tuvieron en aquel bar, una cita difícil de olvidar.

El espía tocó su barbilla casi con nostalgia. La patada que le había propinado su esposa cuando intentó coquetearle habría sido suficiente para que cualquier hombre en el mundo dejara de intentar algo con ella, pero Loid sabía que, por más ridículo que sonara, la paz mundial dependía de su relación.

Un espía como él era consiente de su responsabilidad y de la importancia de su misión. Sabía bien que, en ocasiones, es necesario arriesgar la vida para lograr un objetivo que beneficie a los demás.

Y sí, su vida estaba en riesgo al intentar otra trampa de miel con Yor.

No era una exageración decir que un golpe bien dado por esa mujer era, por lo menos, capaz de incapacitarlo, sumando que en su anterior intento ya le había quedado claro que ella no estaba interesada en él de esa forma.

—Um, ¿Loid?, ¿pasa algo? —preguntó Yor mientras se acercaba a su esposo— Noté que me estabas mirando.

—¡Oh! —se sorprendió Loid. «Este momento puede ser crucial», pensó— Yor, yo —se tocó la barbilla instintivamente—... ¿Te gustaría que tengamos una cita mañana? Aprovechando que Anya estará con su amiga.

—¿Mañana? —respondió indecisa— Ma- mañana... Me quedaré hasta tarde trabajando —dijo sin mirarlo a los ojos.

«¡¿En serio me estará engañando con ese hombre?!», concluyó Loid al escuchar a su esposa.

El espía sintió una punzada de enojo en su estómago y se sorprendió a sí mismo al darse cuenta de que había fruncido el ceño. Él, un actor que había perfeccionado sus habilidades para el engaño y el autocontrol, acababa de sentir una emoción real y por poco se dejaba llevar.

—Por favor no te enojes, podría ser en otra ocasión —dijo Yor al verlo molesto—. Mañana será un día muy agotador, probablemente llegue a casa muy cansada, pero, ¿qué tal la próxima semana?

—No te preocupes, Yor —dijo él, tranquilo y volviendo a su personaje—. Te entiendo, aunque mi plan era hacerte una cena aquí en la casa, y platicar un poco. ¿Segura que no te sobra ni un minuto para nosotros?

Yor se sonrojó al escuchar a Loid, y parecía considerarlo.

—Bueno, si lo pones así, entonces creo que puede funcionar. Intentaré llegar lo más temprano posible.

Yor le sonrió a Loid antes de despedirse y se dirigió a su habitación.

Loid, en cambio, se sentó en el sillón de la sala y se quedó ahí, pensando en toda la situación y asimilando la información que acababa de recibir.

«Mañana se quedará hasta tarde y terminará muy cansada.

¿Cansada de archivar documentos...?

¿O cansada por otros motivos?»

Loid se masajeó la frente. Se veía fatigado.

«¿Qué estoy haciendo?», el hombre suspiró muy profundamente, «no considero que Yor sea esa clase de persona, ¿y si estoy malinterpretando la situación?

Aunque tampoco es que tengamos una relación real.

Quizá deba aclararlo con ella directamente».

El mejor espía de Westalis miró el techo con ojos cansados y reposó su nuca contra el sillón.

«¿Qué me está pasando?», Twilight se quitó la corbata, como si esta le estuviera asfixiando, y se revolvió el cabello como si estuviera liberando el estrés con eso.

Recordó la vez en que le dijo a Yor que estar actuando todo el tiempo era agotador.

Pues tenía razón. Ese día se sentía especialmente cansado.

«Esta misión me está afectando.

Antes estaba en negación, pero ahora lo tengo que admitir, la línea entre Loid y Twilight se empieza a hacer difusa.

¿En serio estuve a punto de hacer una escena de celos con mi esposa falsa?»

Loid se levantó decidido y caminó con pasos seguros hacia la puerta del cuarto de Yor.

«Soy Twilight, el mejor espía de Westalis, el hombre más buscado en Ostania.

Voy a entrar ahí, voy a encarar a Yor y aclararé esta situación», pensó antes de tocar la puerta.

—Adelante —se escuchó desde adentro del cuarto donde su esposa ya se preparaba para dormir y estaba a punto de levantar el cobertor de su cama.

—Yor, quisiera hablar contigo —dijo él con seriedad, entrando a la habitación.

—Claro —contestó ella, preocupada—. Oye, Loid, ¿te pasa algo? Hoy te he visto muy distraído, y también te ves más cansado de lo normal.

—La verdad no estoy bien... No desde esta tarde, cuando te vi hablando con ese hombre —dijo él sin rodeos. Yor parecía confundida.

—Pero creí que ya lo habíamos aclarado.

—Voy a ser directo —Loid tomó aire, preparando sus dotes actorales—... Yo... ¡Yo estaba celoso, Yor! Ustedes se veían tan cómodos hablando que me imaginé lo peor. Toda la tarde me estuvo carcomiendo la duda de... Si me estabas engañando.

—¡¿Eh?! —Yor tenía la cara tan colorada que agradecía la poca luz de la habitación, además, se sentía tan aturdida por todo lo que estaba pasando que no sabía qué decir o qué hacer.

—Perdóname por dudar de ti, jamás volverá a pasar. Yo sé que tú serías incapaz de siquiera mentirme —Loid empezó a explayarse para endulzarle el oído a su esposa, «quizá ni siquiera necesite la cita de mañana», se alegró—. Yor... —dijo con una voz ronca y suave.

Loid se acercó a su esposa lentamente, mientras que ella no podía ni abrir los ojos de la vergüenza y el pánico que sentía en ese momento.

Inseguro de continuar, el espía se detuvo como a un metro de ella. No quería arriesgar su cara hasta no estar seguro de que su esposa no lo atacaría.

Por su parte, Yor abrió los ojos despacio y con miedo, y se llevó una sorpresa al ver a su marido tan cerca de ella.

Temblando y presa del pánico, Yor se arrojó a su cama y se tapó rápidamente con el cobertor de la cabeza a los pies.

—¡Bue- Buenas noches! —gritó nerviosa.

Loid se quedó helado ante la reacción de Yor y agradeció que ella no hubiera bebido alcohol, pues presentía que, muy seguramente, una Yor borracha le habría dado algún golpe por lo que acababa de pasar.

Sintiéndose rechazado, confundido, y peor que antes, Loid se fue a acostar en su cama, con la esperanza de, por lo menos, descansar un poco antes del día que le esperaba.

La trampa de miel | TwiYor | Spy x FamilyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora