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— me duele el poto. — se quejó el castaño antes de recibir un wate, como de costumbre, cortesía de su nuevo compita, el Ten.
— cállate aweonao ¿No vei' que nos pueden pillar?
— que andai simpático. — el Yuta rodó los ojos y se cruzó de brazos. — como si andar disfrazado de los Paw Patrol no llamara tanta la atención. Hemos estado todo el día siguiendo a este par de weones a ver si hacen algo y na' que pasa.
— yo te dije que el Taeyong no se le iba a declarar, es más weon.
— txoa que le teni fé — suspiró con la cabeza del traje entre las manos. — anduve de aquí para allá todo el día, con todo el calor y ma encima como veinte pendejos culiaos pidiéndome saludos.
— lo sé, Yutita. Pero piensa que esto lo hacemos por nuestros amigos ¿O acaso te gusta escuchar los recitales del Taeyong con la Mon Laferte? — alzó una ceja y la respuesta del otro fué más que clara cuando este negó con frenesí.
— te juro que si vuelvo a escucha la de "mi buen amor" soy capaz de cometer homicido.
— entonces hay que proceder con el plan y darles un empujoncito para que por fin se dejen de wear. — el Ten sonrió y le extendió la mano al Yuta para que pudiera levantarse del piso.
— que valga la pena haberlos seguido todo el día. — el Yuta sonrió, aceptando la mano de su compañero y levantándose de la vereda.
La verdad es que estaban chatos de escuchar a ambos involucrados. Por lo menos Yuta, quién se tenía que escuchar los llantos del Doyoung y del Taeyong por ser amigo de los Dos, por otro lado Ten ya no soportaba las largas llamadas a las tantas horas de la noche con los lamentos del Doyoung.
Es así como Yuta y Ten, los cuáles tenían un amplio conocimiento del plan de lo que era una cita perfecta del Taeyong y que tan cobarde este era como para echarse para atrás cada vez que intentara declararse al pelinegro, idearon una estrategia en caso de que esto último interrumpiera los planes del TY.
— ¡Mami mira, es el Marshall de los Paw Patrol! — gritó un niño que quién sabe de dónde salió.
— cállate pendejo culiao. — dijo amablemente el Yutita mientras el Ten entraba en pánico y lo tiraba atrás de los basureros.
