Capítulo 4

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Una maquinación tan perfectamente diseñada no habría fallado de no ser por el tonto que caminaba sonriente, ignorando su descontento. Nueve días sin obtener una respuesta tan sencilla, lo estaba matando.

Aunque se había jurado no revelar nunca su plan, no soportó que Jason entrara a la casa de los Marthans reclamando a viva voz saber la razón por la cual había sido víctima de una mentira, y admitió su culpa. Causando por supuesto, que la molestia tiña el pequeño rostro de Sophie, el cual para dicha suya, se borró de inmediato con la sola mención de su motivación.

Suspiró atrayendo sin querer la atención de Sophie.

Si no hubiese llamado preguntando el estado de Sophie (rara vez cancelaba una reunión por trabajo), jamás se habría enterado por la amable señora que en realidad dicho proyecto se estaba desarrollando. ¡Había estado tan cerca de probar sus labios!  

Se despidió sin ánimos de sus 'nuevos amigos' y se dirigió al Viejo Carl con las pocas fuerzas que le quedaban. Necesitaba urgente unas vacaciones. ¿Qué pasaba si nunca aceptaba? Landon no se caracterizaba por su paciencia.

Encendió la radio, casi desesperado por tener algo que hacer en lugar de ir a ver qué tanto hablaba Sophie con Jason... y Carol.

Ojalá dejara de nevar pronto, pensó. Así podría traer a L-Junior, la motocicleta que tanto cuidaba, y que más de una vez le había permitido salir victorioso de peligrosas carreras, ganando una buena suma de dinero que destinaba al cuidado de su abuela. Sin embargo, esta vez no lo decía con el fin de ser objeto de admiración, sino para aparcar más cerca de donde Sophie charlaba amenamente. Es más, ahora que pensaba en su querido L-Junior, se dio cuenta de las ventajas que le traería con la muchacha de ojos verdes azulados que en ese instante, se despedía de Jason, el interrumpe momentos gloriosos.

Igual de insegura que la primera vez que entró en Carl, se sentó y abrochó el cinturón de seguridad. Desde hace una semana, ambos iban y venían juntos, en un espacio cerrado, con apenas centímetros que los separaba y en medio de conversaciones vanas que ninguno de los dos deseaba realmente tocar.

No obstante, esta vez sería diferente. Carol le había lavado el cerebro de una forma tan eficiente, que lo único que había estado ocupando sus pensamientos desde la mañana era el chico que conducía prudentemente la camioneta.

 —¿Cómo te fue en Historia?

¿Eso era todo? Él ya había cumplido con su parte, le tocaba a ella completar el círculo. ¡Vamos Sophie!   

—Bien.

Miró hacia la ventana, controlando los impulsos de golpear su cabeza contra el vidrio. ¿Por qué no podía hacerlo? Solo era un monosílabo. Él entendería el resto. ¿Y si ya no quería salir? ¡No lo sabrás nunca si no abres tu bendita boca!, se reprendió a sí misma.    

—¿Tienes algo que hacer hoy?

Sus uñas fuertemente enterradas en sus palmas. Rogó a todos los santos que conocía para no ser rechazada a su primer intento.

—No... ¿Qué hay de ti?

Landon luchaba a espada contra las irrefrenables ganas de sonreír que lo invadían. Al final, fue derrotado y cedió.

—Podríamos salir a comer algo o... No sé, si tú quieres claro.   

¡Por favor no digas no! ¡Te lo suplico!, rogaba uno en su fuero interno.

¡Sí, claro que sí! ¡Bendita sea Carol y su futura descendencia!, gritaba el otro.

—Conozco un lugar... No me mires así, es un sitio tranquilo.

Sophie es mi nerd ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora